Foto: J. Veerkaamp
Todas las generaciones hemos tenido, vivido y a menudo disfrutado con aquellas cosas que formaron parte de nuestra época. Como consecuencia, nuestra juventud quedó marcada e influenciada de una determinada manera, pasando de la infancia a la adolescencia y luego a la madurez en base a lo que conocimos y a lo que disponíamos en aquél momento. Muchas de esas cosas ya han desaparecido por la ley de la evolución, pero aún así nos gusta recordarlas y casi siempre lo hacemos con una sonrisa, además de explicarlas a los más jóvenes que no saben que una vez existieron.
En mi vida, una de esas cosas fueron, por supuesto, los medios de transporte de antaño. Nunca podré narrar unas memorias como quienes tuvieron el privilegio de conocer en vivo y en directo los tranvías y trolebuses, o los trenes a vapor. No pretendo explicar la historia de los modelos de autobuses de Barcelona puesto que ya existe mucha documentación al respecto. Solo quiero hacer una breve síntesis y explicar mis recuerdos acerca de estos. Nací un 31 de mayo del año 1971, así que por poco no llegué a conocer a los tranvías, cuyo último viaje lo efectuaron el 18 de marzo anterior. Aunque como decía un buen amigo mío para consolarme, en realidad sí que viajé en ellos, pero claro, cuando estaba en el vientre de mi madre encinta, por lo que mucho me temo que nada podría contar acerca de ellos. Solo podría decir del Tramvia Blau, pero este es un caso aparte del cual ya me referí en un artículo anterior. Igualmente, los trolebuses, desaparecidos en 1968, obviamente tampoco los conocí ni viajé.
Foto: Pere París
Permítanme sin embargo hacer una pequeña excepción atemporal con los autobuses imperiales o de dos pisos. Aunque al igual que los trolebuses también desaparecieron en 1968, tuve el placer de viajar en el coche 410, un modelo Aclo Regent Mark III en estado original. Esto sucedió sobre 1982, cuando contaba con 11 años de edad. A través de postales antiguas y de alguna foto familiar de mi padre y mis tíos cerca del viaducto de Vallcarca descubrí que Barcelona tuvo autobuses de dos pisos. Poco después me enteré a través de mi hermana de la existencia del Zoobús, un autobús histórico que circulaba los domingos y festivos por la mañana entre la plaza de Catalunya y el Zoo. Mi madre llamó a Transports de Barcelona y le informaron del servicio. Y así fue como un día, acompañado de mi padre, un domingo por la mañana fuimos a la parada situada ante el desaparecido cine Cataluña, cuando de pronto apareció el viejo imperial. Accedimos por la puerta central, a través de sus estrechas escalinatas subimos a la segunda planta y así durante el viaje divisamos desde lo alto el paisaje de la calle de Fontanella, la plaza de Urquinaona, la Via Laietana. Correos, el Pla del Palau y la estación de França. Aunque afortunadamente el vehículo actualmente ha sido recuperado y restaurado por Patrimoni Històric de TMB, su reconstrucción ha supuesto, inevitablemente debido a su deterioro, la sustitución de muchos elementos originales por otros nuevos. Es decir, que paredes, escaleras, asientos, motor, ventanas... son una réplica. Por este motivo puedo presumir de haber viajado en el imperial cuando todavía mantenía casi toda su originalidad de 1948, incluso poco antes de repintar su carrocería con los colores arco-iris del Zoobús.
Foto: arxiu TMB
Fue en aquellos años cuando descubrí que en Barcelona existieron una vez autobuses imperiales, como en Londres. Mi padre recuerda haber viajado en ellos, probablemente en las líneas C (Pza.Gala Placídia-Ntra.Sra. Coll) y L (P.Palacio-Balmes). Estos vehículos fueron consecuencia de la falta de material móvil durante la posguerra, adquiriéndose de Inglaterra por tal motivo un total de 50 chasis con motor AEC del modelo Aclo Regent Mark III, mientras que la carrocería, adaptada con el volante a la izquierda, la construyó la firma aragonesa Cardé y Escoriaza. El 25 de febrero del 1948 hizo pruebas el primer vehículo, y el 27 de marzo siguiente se estrenaron oficialmente en la línea L (P.Palacio-P.Núñez de Arce). Visto el buen resultado, en 1953 fueron adquiridos 20 chasis más, algo diferentes a los anteriores por tener su acceso en la parte trasera. A partir de 1962 una parte de la flota empezó a retirarse del servicio, mientras que otra fue reformada por la firma Seida a un solo piso, creando una nueva serie de minibuses denominada Aclo-Seida que circularon hasta 1972 debido a su mala calidad.
Foto: www.autobusesbcn.es
Lejano recuerdo de infancia me queda de los autobuses Chausson y Pegaso-Seida, dos modelos que desaparecieron definitivamente al finalizar la década de 1970. Conservo la imagen de ellos circulando por la plaza del Virrei Amat y por el paseo de Maragall, incluso de haber viajado ocasionalmente en ellos. Era demasiado pequeño como para fijarme en ciertos detalles más bien propios de un adulto, pero puedo asegurar que sabía distinguir un vehículo de otro, aunque no conociese el nombre del modelo, pero sí que percibía que no todos los autobuses eran iguales. Dos aspectos que me permitía reconocer uno y otro era, aunque pueda parecer extraño, el olor que desprendían, un aroma que me resultaba agradable y que todavía recuerdo, aunque no sería capaz de describir. Y el otro aspecto, más coherente, era el sonido del motor. Los recuerdo como unos autobuses de no muy grandes dimensiones, de formas redondeadas, pintados con un doble tono azulado o verdoso llamado popularmente "azul Porcioles" o bien "verde Porcioles". Se accedía a ellos por la parte trasera, donde entrando enfrente había una plataforma carente de asientos y a mano derecha se ubicaba la taquilla del cobrador. Los asientos eran de tubo y contrachapado de madera clara. La salida se efectuaba por la puerta central y menos frecuentemente por la delantera, más pequeña.
Foto: arxiu TMB
Los autobuses de la firma francesa Chausson supusieron definitivamente el inicio del auge de este medio de transporte en detrimento del tranvía. Tanto su diseño como sus prestaciones eran más modernas en relación con los vehículos más antiguos. De Francia fueron adquiridas 85 unidades que se presentaron primero el 27 de septiembre de 1957 y después el 30 de noviembre siguiente, inaugurando de la nueva línea B (Atarazanas-Pº.Bonanova) que comportó la supresión del tranvía por la Rambla. El 21 de diciembre siguiente empezaron a circular con normalidad por las calles de Barcelona. Estos autobuses se caracterizaron por disponer de asientos individuales y dobles de skay y puertas de acción automática por aire comprimido, algo novedoso en aquella época. Fueron pintados de color verde y crema. Tras los excelentes resultados obtenidos, Tranvías de Barcelona adquirió en 1960 un total de 25 carrocerías cuyo montaje y motorización fue a cargo de la firma Pegaso, originando así la nueva serie 800 con diferencias de diseño respecto a los franceses, de la serie 300. Al cabo de unos años, fueron reformados tanto su interior como su exterior, afectando principalmente el frontal con un nuevo diseño muy similar al de un Pegaso-Seida, y los asientos de skay que fueron sustituidos por otros de tubo y contrachapado de madera. Merece destacar que los 800 fueron los primeros autobuses en llevar los colores "azul Porcioles". Algunos de ellos fueron reformados a dos puertas, cuya entrada y cobro se efectuaba por delante y la salida por la puerta central. Probablemente viajé en estos autobuses cuando prestaban servicio en las líneas 2, 11, 12, 31, 32 y 71. Actualmente, Patrimoni Històric de TMB ha reconstruido el coche 59, que prestaba servicios interurbanos en las líneas de URBAS.
Foto: Miquel Llevat
Tras los Chausson, entre 1961 y 1964 entraron en servicio 172 autobuses de la firma Pegaso-Seida, los primeros de fabricación exclusivamente nacional tras la Guerra Civil. Su denominación se debió a que fueron construidos por Pegaso en Barcelona y carrozados por Seida en Bilbao. El 13 de abril de 1961 se presentaron oficialmente y el 7 de mayo siguiente empezaron a circular por las calles de Barcelona. Se estrenaron en las líneas L (P.Palacio-Balmes) y LB (Barceloneta-Av.Tibidabo). Su adquisición supuso el inicio de la retirada de los trolebuses y los imperiales, y una aceleración del proceso de desmantelamiento de la red tranviaria. Originalmente disponían de asientos individuales y dobles de skay y cortinillas en las ventanas, pero tras criterios de unificación de diseño de todos los modelos terminaron con asientos de tubo y contrachapado de madera y sin cortinillas. Probablemente viajé en estos autobuses cuando prestaban servicio en las líneas 4, 18, 20, 45 y 47. Actualmente Patrimoni Històric de TMB dispone del coche 1168 para su futura restauración, si bien su pésimo estado de conservación comportará con toda seguridad una reconstrucción.
Foto: Miquel Llevat
Los Chausson y los Pegaso-Seida formaron parte de mis recuerdos de infancia de los años setenta, pues viajando en autobús empecé a descubrir rincones secretos e inéditos de la ciudad. Viajaba siempre en el lado ventana, y a menudo por mi corta edad, en la falda de mis padres y hermanos. Observaba al cobrador sentado dentro de su taquilla removiendo monedas y despachando billetes hábilmente; observaba los interiores repletos de gente sujetándose a los agarradores del techo; observaba los botones rojos para pedir parada situados en los laterales de una caja metálica sobre las puertas; observaba la publicidad pegada en los laterales a caballo de las ventanas y el techo; observaba cómo algunos asientos eran individuales, otros dobles, y otros colocados con el respaldo a la ventana; observaba que en algunos autobuses se entraba por detrás y en otros por delante... observaba, siempre observaba y recordaba. Yo ya tenía afición a los transportes, aunque todavía era muy pequeño para saberlo y afirmarlo. De autobuses no sabía nada, y a la vez ya sabía muchas cosas.
Foto: José Mora Martín
Entre dos décadas viví los prodigiosos y míticos Monotrales, los Pegaso 6035 que tanto imprimieron una época. Y en la década de los ochenta, los Pegaso 6038. Pero eso ya es otra historia.