Quantcast
Channel: El Tranvía 48
Viewing all 475 articles
Browse latest View live

Hasta siempre, Adolfo

$
0
0

En los umbrales de la muerte de Adolfo Suárez González, presidente del Gobierno entre 1976 y 1981, no puedo evitar el recuerdo de unos años en los que su actividad como político formó parte de una época de mi vida cuando era un niño y después adolescente.
Con la perspectiva del tiempo, el aprecio popular a la labor de este personaje fue de menos a más. Cuando dimitió en 1981 se decía que era un hombre débil, pero pocos años después ya se decía que no lo había hecho nada mal. En su momento más álgido, probablemente no fue valorado como hubiese merecido. Los elogios hacia su figura llegaron justo en el momento en que la sociedad española decidió comparar a los líderes del momento o actuales con los antiguos estadistas. Le tocó gobernar unos años difíciles llenos de miedo, tensión e incertidumbre, bajo la vigilancia de una vieja guardia recelosa allá presente. Era un hombre desconocido para todos, designado por el nuevo jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I. A diferencia de su antecesor presidente Carlos Arias Navarro, inflexible y reacio a abolir el sistema dictatorial de antaño, Adolfo Suárez, más dialogante e inteligente a pesar de su juventud y escasa experiencia, supo tras un trabajo largo y complejo desmantelar la estructura franquista y asentar las bases de una nueva estructura democrática. Aún todos los recelos, si logró vencer en unas elecciones democráticas como líder de Unión del partido Centro Democrático (UCD) es porque no se veía conveniente que el proceso de transición democrática se viese interrumpido y redirigido por otro líder desconocido. El pueblo prefirió que Suárez terminara lo que empezó, y una vez finalizado ya vendrían esos cambios anhelados.


Como todos los políticos sin excepción, incluidos a los grandes estadistas de la historia, tuvo aciertos pero también errores, debidos estos últimos tanto a su inevitable condición humana como al hecho de no haber podido desarrollar el proceso de transición a otro ritmo. El mismo presidente de la Generalitat Josep Tarradellas ya alertaba de que todo se hacía y se quería demasiado rápido, y que las prisas solo podían traer consecuencias negativas. 
En relación a sus aciertos, Suárez supo cumplir con su papel en el momento que se precisaba, reconociendo la democracia y sus valores que llevan consigo, la Constitución como declaración de principios, la existencia de la pluralidad de partidos incluidos socialistas y comunistas, y la aceptación de España como un estado plural cuyas singularidades debían de convivir en paz entre ellas. Sentar a falangistas, comunistas, liberales, democristianos, socialdemócratas y otros en una misma mesa para dialogar sin que ninguno de ellos se peleara fue un gran mérito de su parte. Sabía que la democracia era la única salida a la dictadura, porque esa era la tendencia futura del mundo de finales del siglo XX y la manera de que Europa viese a España con otros ojos. En Cataluña, la “operación Tarradellas” fue controvertida pero igualmente necesaria porque el carácter abierto y comprensivo de Suárez contribuyó al restablecimiento de la Generalitat, su autonomía y su autogobierno. Era importante evitar un conflicto con las nacionalidades históricas, por lo que era imperioso hacer algunas concesiones a cambio de que estos territorios aceptaran la nueva monarquía constitucional y parlamentaria. En ese sentido, las relaciones entre el presidente del Gobierno central con el “molt honorable” nunca fueron fáciles ni fluidas dado el carácter de cada uno de ellos, pero ambos supieron ser lo suficientemente coherentes como para llegar a los acuerdos necesarios porque si alguna cosa tenían en común fue el deseo de entendimiento y concordia entre todos los territorios de España.


Cuando cumplí los 18 años voté por primera vez en las elecciones generales celebradas el 29 de octubre de 1989. Recuerdo que durante la campaña electoral, Adolfo Suárez vino a mi barrio para celebrar un mitin del Centro Democrático y Social (CDS) en el local de la Asociación de Vecinos del Congrés-Indians. Me acompañaron mi hermano Tomás y mi padre. Era un mediodía de un sábado. Yo lo vi llegar con sus colegas de partido y sus guardaespaldas. Sonó la música del partido a través de unos altavoces. Me acerqué hacia él y entre la multitud de asistentes le pude estrechar la mano. Al verme me regaló una gran sonrisa. Aquella me pareció una expresión sincera. Jamás olvidaré aquella imagen y aquel momento. Al llegar a casa dije contento “li he pogut donar la mà al Suárez”. De niño yo preguntaba si el Rey podía votar, y me contestaban que no podía hacerlo porque representaba a todas las gentes del país. Al llegar el día de las elecciones, voté al CDS. Tras cumplir la mayoría de edad, el primer político que voté fue a Adolfo Suárez, y lo hice precisamente porque era el hombre que había elegido el Rey para gobernar el país, así que me fié de la arriesgada decisión que una vez tuvo el monarca, y así se lo conté a mi familia. Entonces los grandes aspirantes al gobierno de España eran Felipe González (del PSOE) y José María Aznar (del PP). El primero no me gustaba porque nunca le perdoné su gran mentira al prometer que jamás ingresaríamos en la OTAN. El segundo era para mí un perfecto desconocido y carecía de referencias sobre su figura, por lo que sentía cierta indiferencia. Yo era muy joven, me interesaba la política pero todavía me quedaba un camino muy largo por aprender y por recorrer, pero aun así, a pesar de mi ingenuidad, no me arrepiento en absoluto de lo que hice.


Con el paso de los años, ya en mi etapa de madurez, descubrí mucho más acerca de quién fue Adolfo Suárez, por lo que disponía de argumentos personales más sólidos y convincentes para valorar su labor presidencial. Ahora, tras finalizar su vida, procurando evitar caer fácilmente en la idealización, y aunque ello suene a tópico, siempre es preferible quedarse con los buenos recuerdos. La verdadera historia de España, objetiva y libre de romanticismos, lo juzgará y decidirá qué puesto merecerá ocupar en el futuro. Mientras tanto, le deseo un buen viaje, querido amigo, allá donde mi madre decía que todos nos volvemos a encontrar. Un placer haberle estrechado la mano. Adiós, amigo mío. Adiós, mi querido presidente.


Adiós al viejo IDEAL del Poblenou

$
0
0

Tras haber sido toda una institución del barrio del Poblenou, lo que antaño fue la sala de cine Ideal ha bajado definitivamente las persianas. Después de haber albergado unos estudios cinematográficos durante los últimos treinta años, los planes urbanísticos obligan a su definitiva desaparición. Los terrenos que ocupa están afectados por el PERI del Sector Eix Llacuna, y el edificio tiene el grado de protección D según el catálogo del Pla Especial de Patrimoni Històric de la Ciutat de Barcelona del año 2006, que permite su derribo tras una previa documentación fotográfica y planimétrica. La misma suerte tiene toda la manzana donde se ubica, comprendida entre las calles del Doctor Trueta, Llacuna, Taulat y Roc Boronat, a la espera de mejores tiempos para ser derribada y reedificada con nuevas edificaciones que acojan nuevamente los estudios Ideal, además de un vivero de empresas.
Los orígenes de este cine son algo desconocidos. La mayoría de las fuentes de información explican que el viejo edificio del Ideal se construyó en el año 1916 en el número 196 de la calle de Wad-ras (actual Doctor Trueta) y con salida posterior en la calle del Taulat, inicialmente pensado como una cubierta para almacén de mercancías o talleres industriales, si bien algunas fuentes de información aseguran que su primera utilización fue como pista de patinaje de barrio. Arquitectónicamente era funcional, formado por dos naves de planta baja.


Sin embargo, el diario La Vanguardia fechado el 3 de agosto de 1913 hace referencia en un breve sobre la celebración de un mitin obrerista en el cine Bohemia (Rellisquín) de la calle de Wad-Ras número 198, fundado por un tal Joan Torras. Si no se trata de un error informativo por parte de este periódico, antes del Ideal existió efímeramente otro cine de barrio en ese mismo lugar que además ya era popularmente conocido como Rellisquín. Lamentablemente no se han hallado más datos al respecto para terminar de verificar esta versión.
En diciembre del mismo año, el empresario Josep Antonín hizo la petición para reconvertir este espacio en una sala de cine, o en una de mayores dimensiones en caso de haber existido esa sala Bohemia. Por ello presentó un proyecto del arquitecto Josep Pujol i Brull que proponía levantar una cubierta central sobre las dos naves de planta baja y variar la apertura en los dos cubiertos contiguos, propiedad de Pere Bosch, situados en la misma calle de Wad-Ras. Tras el visto bueno de los Servicios Técnicos Municipales y de la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento de Barcelona, se procedió a efectuar las obras de reconversión en sala de proyecciones cinematográficas. Finalmente, el nuevo cine Ideal abrió al público el 7 de abril de 1917.


El interior constaba de un vestíbulo de no muy grandes dimensiones con barra de bar y servicios. Éste espacio daba paso a través de dos puertas centrales al gran patio de butacas, con platea estructurada en dos pasillos y tres cuerpos de butacas, más un anfiteatro. Tenía capacidad para 800 espectadores, si bien la revista Arte y Cinematografía de aquella época indicaba que era para 1600. Una vez más, las fuentes informativas se contradicen.
Este cine tuvo la particularidad que desde siempre fue popularmente conocido como El Rellisquín, o simplemente El Rellis debido a que antes de su reforma, como se ha indicado anteriormente, la cubierta albergó o previó acoger una pista de patinaje, por lo que nunca tuvo usos industriales. Algunas fuentes aseguran que al menos dos veces por semana la platea se usaba para tal finalidad, algo factible gracias a que los asientos, entonces sillas de madera, no estaban clavados en el suelo y eran plegables. El nombre de Rellisquín vendría de los resbalones (relliscades) por parte de quienes no sabían patinar. Otra versión, que niega la existencia del citado equipamiento, lo atribuye al hecho de que los niños solían orinarse en el suelo de la platea, el cual hacía cierta pendiente y era resbaladizo, por lo que a veces alguien solía resbalarse y caer al pisar desafortunadamente los orines. Desde sus inicios, el Ideal ya se concibió como sala de barrio con programas dobles de reestreno, generalmente acompañados de varietés entre película y película.


En el año 1920 se hizo una ampliación del local diseñada por el arquitecto Manuel Joaquim Raspall i Mayol, que permitió pasar a una capacidad para 2600 espectadores en una superficie de 2500 metros cuadrados. En 1925 se instaló un nuevo sistema de alarma antiincendios de la casa Guardián.
En aquellos tiempos, junto con el cine Monumental de la calle de Sant Pau en el barrio del Raval, era el salón de cinematografía más grande de Barcelona, si bien al cabo de pocos años ya fue superado. Ya en esta misma década, los empresarios Antoni Solé i Serra y Francesc Xicota i Cabré, titulares del cine Alianza sito en el número 12 del paseo del Triunfo (actual rambla del Poblenou), se encargaron de la gestión del Ideal. Como acostumbraba ser en la gran mayoría de salas cinematográficas de barrio, la programación se ofrecía únicamente durante tres días a la semana: jueves, sábados y domingos, permaneciendo cerrado en los restantes.
Además de la exhibición de películas, durante aquellas primeras décadas llegaron a celebrarse actos sociales, políticos y culturales, algo frecuente en un barrio obrero muy movilizado como el Poblenou. Así, por ejemplo, el 17 de junio de 1917, ante 600 personas, gremio de cilindradores y estampadores organizó un mitin; el 17 de diciembre de 1922 la sociedad de contramaestres El Radium celebró una asamblea; y el Orfeó Gracienc interpretó en varias ocasiones sesiones musicales.


El perfil del público habitual solía ser gente del mismo barrio del Poblenou, aunque también lo frecuentaban los habitantes de las barracas del Somorrostro y de otros núcleos barraquistas de la costa, lo que provocaba un cierto recelo por parte de algunos cinéfilos.
En 1928 el cine Ideal fue adquirido por la empresa Cinematográfica Nacional Española Sociedad Anónima (CINAES), constituida el 28 de julio del mismo año por los empresarios Vicenç Montal i Comelles y Ernesto Carpi Gentilli, y en cuyo Consejo de Administración había personajes destacados como Mariano de Foronda, marqués de Foronda y director de Tranvías de Barcelona. Esta sociedad tenía la titularidad de salas de cine barcelonesas como el Condal, el Bohemia, el Royal, el Excelsior, el Cataluña, el Goya, el Tívoli, el Diana, el Kursaal, el Triunfo, el Walkyria y el Padró, entre otras.
En aquellos años y durante la Segunda República se celebraron actos de tipo político, tanto organizados por entidades como por los propios partidos. El 29 de julio de 1930 a las 21:30h. se celebró un festival en favor de unos presos políticos mediante la exhibición de espectáculos variados. La entrada valía 1,75 pesetas y contó con la numerosa asistencia de vecinos del barrio. Otro evento fue el 26 de junio de 1931, cuando Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) celebró un mitin con la participación de Roc Boronat (fundador de la ONCE), Ventura Gassol (Conseller) y el presidente de la Generalitat Francesc Macià.


Debido a los problemas económicos, el 28 de noviembre de 1932 la empresa CINAES abandonó la titularidad del Ideal.
Al estallar la Guerra Civil, la proyección de películas y documentales de propaganda en favor del bando republicano fue bastante habitual, como también la celebración de mítines y actos benéficos. La estrecha relación social y cultural con la Cooperativa Flor de Maig, situada justo enfrente del cine, era evidente.
Ya en plena posguerra, el Ideal continuó con su exhibición cinematográfica de programas dobles, aumentando progresivamente el número de espectadores. Su trayectoria no difirió de otras salas de reestreno barcelonesas, en tanto que sus circunstancias fueron muy similares. Así, en un barrio industrial degradado como el Poblenou donde una parte de las asociaciones y entidades habían desaparecido y la falta de servicios era evidente, las calles no eran un espacio atractivo para el paseo y el cine era el principal centro de ocio y entretenimiento popular. Las sesiones, diarias, eran continuas desde las 16:00h. de la tarde, de películas cuyas copias a menudo llegaban deficientes o cortadas para ajustarlas a los horarios establecidos. Prácticamente como el único medio de espectáculo y distracción que había, gracias a la llegada de población del resto de España, el Ideal se benefició de una nueva demanda de espectadores hasta el punto de formar grandes colas de gente los fines de semana, llegando al extremo de que algunos espectadores, por falta de localidades, veían las películas de pie.


Probablemente durante los años sesenta, la sala fue adquirida por la empresa Pedro Balañá, titular de muchos cines barceloneses tanto de estreno como de reestreno. Ello supuso su modernización para adaptar el diseño del edificio a los nuevos tiempos. La fachada principal de la calle de Wad-Ras fue reformada mediante la cobertura de las paredes con losas de mármol y la construcción de una visera y en la parte superior un muro que ocultó las dos antiguas cubiertas contiguas a dos aguas. El vestíbulo, los servicios y el bar también se modernizaron, igual que la platea y el anfiteatro, con la instalación de butacas mullidas fijadas en el suelo. Se cuenta que en dicha década, mientras se exhibía la película "Agente 007 contra el doctor No", el aparato de aire acondicionado situado en el techo se estropeó, expulsando chispas que ocasionaron un pequeño incendio en la sala obligando a la evacuación de los espectadores. Casualmente coincidió en el momento en que la actriz Ursula Andress salía espectacular de la playa ante la mirada de Sean Connery, tal y como cuentan algunos testigos. Reparados los daños, los usuarios afectados pudieron regresar al cine para ver la película gratis.
A partir de los años setenta, los nuevos hábitos de ocio y consumo propiciaron un descenso continuado del número de espectadores que derivó a su clausura. El domingo 13 de mayo de 1984 fue el último día que funcionó como sala de cine, con la proyección de las películas "Psicosis II" y "Paco el seguro". Al día siguiente cesó definitivamente su actividad cinematográfica.

Foto: Clot TV

Tras el cierre, muy pronto este local vivió una segunda etapa. A iniciativa del Institut Català de Cinema (ICC) se planteó la construcción de unos estudios cinematográficos para el desarrollo de producciones catalanas tanto de cine como de seriales o incluso spots publicitarios. Para ello era necesario encontrar un espacio alejado del centro de Barcelona pero a su vez integrado en el espacio urbano, bien comunicado y arquitectónicamente apto para la instalación de servicios. Tras diferentes opciones, se optó por aprovechar el edificio del antiguo cine Ideal para reformarlo y adaptarlo al nuevo equipamiento.
Tras unos meses de obras, el 25 de julio de 1984 se inauguraron los nuevos Estudis Ideal, explotados por la empresa Plató Ideal S.A., con la participación de Pere Balañá (propietario del edificio) y el ICC, además de socios varios. El acto, celebrado por la noche, contó, entre otras personalidades, con la asistencia de Joan Granados (director de la CCRTV), Enric Canals (director de TV3), Josep Maria Forn (director del ICC), Jordi Maluquer (director general de Música, Teatre i Cinematografía de la Generalitat), Joan Rigal (conseller de Cultura) y Gilbert López Altaya (uno de los arquitectos).

Foto: Clot TV

El plató constaba básicamente de un única nave de 750 metros cuadrados de superficie y 7 metros de altura insonorizada, la segunda más grande de España; una instalación eléctrica capaz de soportar 300 Kw. de potencia; salas de vestuario, maquillaje y peluquería; camerinos; despachos, espacios para el montaje y almacenamiento de decorados y de atrezzo; talleres de carpintería y de pintura; un almacén de material eléctrico y de iluminación; y el servicio de bar. Los arquitectos encargados de la reforma fueron Gilbert López de Atalaya y Susana Borzone, los cuales tomaron como referencia los estudios cinematográficos de las ciudades de París y Londres y también los de Televisión Española en Madrid.
La explotación del plató, cuyo coste se acercó a los 100 millones de pesetas, se garantizó gracias a un precontrato de colaboración con TV3, que alquiló los estudios para la grabación de varios programas de televisión.

Foto: Marta Domínguez Sensada

Tras treinta años en funcionamiento, los Estudis Ideal se someterán a un profundo proceso de remodelación, de acuerdo con las afectaciones del Districte 22@BCN. Aunque ahora permanecen cerrados, no desaparecerán sino todo lo contrario, pero la actual manzana, una vez derribadas todas las antiguas fincas, acogerá un conjunto de modernos edificios singulares que permitirán dar continuidad a los estudios cinematográficos, además de albergar empresas de nuevas tecnologías. Quienes sean nostálgicos del viejo paisaje industrial del Poblenou, que aprovechen durante estos días para inmortalizar las antiguas naves y casas bajas que escribieron una época en la historia del barrio.

Foto: 22@BCN

Recordando la figura y el arte de AURORA ALTISENT

$
0
0

En el año 1979 cuando tenía solo 8 años de edad llegó a mis manos un libro titulado "La Barcelona tendra", tal vez comprado por mi madre o bien por mi padrino, lo cual no es de extrañar al tratarse de dos personas especialmente aficionadas a las exquisiteces artísticas. Hojeando cada página de este libro es como me enamoré del inigualable dibujo artístico de Aurora Altisent i Balmas. Acostumbrados a los ilustradores masculinos que tanta fama alcanzaron dibujando tanto en publicaciones periódicas de su época como exhibiendo sus trabajos en galerías de arte, la figura de esta mujer nada tiene que envidiar al sexo contrario, pues rompe tópicos y prejuicios. Dibujante, escultora y pintora de vocación, esta barcelonesa nació el 2 de diciembre de 1928. Su padre era Joan Altisent i Ceardi (1891-1971), compositor de música que tenía una hermana pintora llamada Lluisa. Su madre era Carme Balmas i Guitard (1894-1978), una excelente pintora lamentablemente desconocida para la mayoría y que merecería reivindicarse. En el seno de esta familia de artistas, inició su formación artística bajo la influencia directa de su madre, su primera maestra. Posteriormente continuó su aprendizaje a través de los pintores Ángel López-Obrero en 1946, y Ramon Rogent entre los años 1951 y 1958.


Contando con solo 20 años de edad, sus evidentes cualidades artísticas la catapultaron a participar en numerosas exposiciones colectivas, es decir, en las cuales exponían varios artistas de manera conjunta. Fueron celebradas tanto en Cataluña (Barcelona, Granollers, Girona, Santa Maria de Vilabertran y Figueres), como en el resto de España (Madrid y Valencia) e incluso en países como Alemania (Dusseldorf y Bochum) y Francia (Toulouse). Así fue como se ganó el respeto y el reconocimiento de los críticos de arte. La última de ellas se ha realizado en el presente año, tras un paréntesis desde el 2003.
En plena madurez artística, cuando su arte, figurativo, ya ofrecía el estilo que caracterizaba su obra, en 1956 hizo su primera exposición individual, concretamente en las Galerías Layetanas de Barcelona.


Paralelamente al dibujo también se dedicó a la escultura y la pintura, donde a pesar de sus indiscutibles cualidades, nunca llegó a tener la misma proyección, siendo una faceta desconocida pero no por ello menos interesante. Sus esculturas se caracterizaron por la exaltación de los volúmenes, insistiendo especialmente en las formas redondeadas en detrimento del detallismo. En cuanto a la pintura, de estilo planimétrico, evolucionó hacia la simplicidad de las formas y al predominio de la línea. Inicialmente, influenciada por el estilo pictórico de Paul Cézanne y después por el puntillismo, enseguida se especializó por las pinturas al fresco tras haber recibido numerosos encargos de obras de gran formato para murales de iglesias como las de Prullans i Musser, e incluso para algunos templos religiosos de los Estados Unidos.
A partir de 1972 renovó su estilo en el campo del dibujo mediante el uso muy depurado de la línea, expresando así una nueva concepción estética, muy exquisita y con muy buen gusto. Colaboró en la ilustración de la revista "Cavall Fort". En los años 1974, 1978 y 1983 expuso individualmente en la Sala Gaudí de Barcelona.


El estilo artístico de Aurora Altisent es apreciable en su colección de láminas dedicadas a Barcelona y publicadas en tres libros editados por la editorial Lumen. Sus ilustraciones, hechas con verdadero amor y paciencia, sin ansias de tener el trabajo terminado a corto plazo, destacan por la pulcritud y el detallismo elevados a la máxima expresión. En cualquiera de ellas, contemplables durante horas, es fácil terminar descubriendo nuevos elementos cada vez que se observan. Los trazos suelen ser a mano alzada, pues se aprecia que prácticamente ninguna línea recta ha sido dibujada mediante el uso de una regla, lo que demuestra el extraordinario pulso de su mano al coger la pluma. Sin embargo, la ausencia de instrumentos de medición carece de importancia porque cada lámina no pretende ser un calco perfecto de la realidad como haría un arquitecto, un delineante o incluso un dibujante de cómics, sino que viene a ser el punto de vista de la artista, la cual consigue que cada dibujo sea una verdadera obra de arte. Precisamente el gran mérito reside en estos trazos a mano alzada, pues en caso contrario se asimilaría a otros dibujantes contemporáneos, diluyéndose como una artista más de su tiempo. Una vez ella misma afirmaba que "siempre he dibujado del natural, con frío o con calor, en una calle, tras una ventana o desde un balcón, en una estación de trenes o tras la puerta de una tienda".


El primer libro es el antes mencionado "La Barcelona tendra", con textos de Alexandre Cirici, y representa una selección de paisajes barceloneses, algunos de ellos rincones inéditos o poco vistos que no siempre responden a las típicas imágenes ofrecidas a los ojos del turista. Todas ellas destacan por su hermosura, incluso las vistas más vulgares parecen incorporar gotas de romanticismo gracias a la mano de la autora. El segundo libro, de 1979, es "Botigues de Barcelona", con textos también de Alexandre Cirici, donde Aurora Altisent nos sumerge por un viaje a través de los establecimientos comerciales más singulares y originales de la ciudad, todos ellos auténticas estampas de una época donde parece haberse detenido el tiempo. Elementos de la personalidad de Barcelona, patrimonio secreto de gran belleza y cargados de memoria histórica, algunos de ellos lamentablemente han desaparecido.


Finalmente, el tercer y último libro de la colección es "Salons de Barcelona", editado en 1984. A diferencia de los dos anteriores, los textos ya no pertenecen a Alexandre Cirici debido a que este escritor, político y crítico de arte había fallecido el año anterior. Su sustituto, que nada tenía que desmerecer al anterior, fue el filósofo, periodista y escritor Josep Maria Carandell. Su elección, probablemente, no respondía a una mera casualidad, ya que como autor de la "Guía secreta de Barcelona" esta vez desentraña los interiores singulares y desconocidos de la ciudad, a menudo secretos para la mayoría de la sociedad barcelonesa. En este sentido, los textos de Carandell son muy adecuados para acompañar a una colección de láminas con una calidad artística inigualables e insuperables, y especialmente inimitables para aquellas personas de pulso nervioso o ansiosas por ver terminado enseguida su trabajo.


En 1999 el Ayuntamiento de Barcelona reconoció a Aurora Altisent con la Medalla de Honor y en el año 2003 con la Medalla de Oro al Mérito Cultural. Sus libros han sido reeditados, además de en lengua catalana, en castellano e incluso en inglés, pensando así en un público más amplio y como una manera de proyectar la figura y la obra de esta mujer más allá de nuestros límites. Su último trabajo fueron las ilustraciones para una nueva edición de la novela de Mercè Rodoreda "La noieta daurada i altres contes", editada en el año 2005.
Una reciente exposición titulada "Dones il·lustradores" celebrada en el Espai Francesca Bonnemaison de Barcelona hizo un repaso general de la obra artística de las grandes dibujantes catalanas de nuestra historia, donde además de Aurora Altisent figuraban los nombres de Lola Anglada i Sarriera (1892-1984), Mercè Llimona i Raïmat (1914-1997), Maria Rius i Camps (1938), Roser Capdevila i Valls (1939), Fina Rifà i Llimona (1939), Pilarín Bayés i de Luna (1941), Lluïsa Jover i Armengol (1942), Carme Solé i Vendrell (1944), Violeta Denou (1948), Montserrat Ginesta i Clavell (1952) y Marta Balaguer i Julià (1953). Todas ellas también merecen ser recordadas por su labor, su estilo, su arte, su personalidad y por sus aportaciones personales al mundo del dibujo y la pintura.



SUBIRACHS: la modernización de la escultura en Barcelona

$
0
0

Cuando la escultura vanguardista empezó a decorar y a conquistar definitivamente el espacio público de Barcelona, ello debe atribuirse al recientemente fallecido Josep Maria Subirachs i Sitjar. Desde entonces, la escultura urbana barcelonesa jamás volvió a ser igual, estableciéndose así una ruptura definitiva con las décadas anteriores. Escultor, grabador, pintor, escenógrafo y crítico de arte, este polifacético artista ha pasado a engrandecer la historia del arte contemporáneo catalán. Su obra es visible por Cataluña, por el resto de España e incluso en algunos países del mundo, desde los Estados Unidos hasta Corea del Norte, hecho que lo convierte en figura universal.
La primera obra que conocí de él fue el monumento a Narcís Monturiol, ubicado en la avenida Diagonal a la altura de la calle de Girona. Por su singularidad en general, por el hecho de contener reproducción del submarino Ictíneo a escala 1:7 en particular me llamó especialmente la atención. Sencillamente era una escultura diferente a las demás que había visto, acostumbrado a las clásicas de la plaza de Catalunya y del parque de Montjuïc. Desde mis ojos de niño me parecía un juguete colocado en un conjunto escultórico, y por lo visto también desde los ojos de un adulto, pues en más de una ocasión algunos intentaron llevarse el submarino. Por aquél entonces también conocía el friso del edificio Novísimo del Ayuntamiento de Barcelona en la plaza de Sant Miquel, y los relieves en la fachada del edificio del Banco de Sabadell en la rambla de Catalunya.


Sin embargo, no fue hasta 1986 que empecé a conocer con detalle la obra de Subirachs, gracias al polémico conjunto escultórico para la fachada de la Passió, en el templo expiatorio de la Sagrada Família. Fueron muchos quienes criticaron su trabajo aduciendo que transgredía el proyecto original de Gaudí. Permítanme entonces que tenga la osadía de defender todo lo contrario y decir que esta afirmación por parte de sus críticos, incluso por quienes se oponen a continuar los trabajos de construcción del templo, es rotundamente falsa. Pocos saben que el mismo Gaudí, consciente de no verla jamás terminada en vida, estableció su continuidad en base a sus dibujos y maquetas que había dejado. Consciente también de que en vistas de su gran envergadura y complejidad tardaría muchos años en concluirse, ello implicaría la introducción de nuevos estilos arquitectónicos y escultóricos propios de la evolución futura del arte, adaptados e integrados al templo, siempre y cuando no se rompiera el espíritu y el concepto original ideado desde un principio. En definitiva, para el insigne arquitecto la Sagrada Família terminada sería inexorablemente el resultado de un agregado de diferentes corrientes y estilos reflejados en su conjunto arquitectónico, tanto del pasado como del presente. Es decir, una obra suya pero a su vez, conjunta. Además, algunas partes del templo se han podido hacer realidad en la actualidad mediante modernas técnicas de construcción que en época de Gaudí no existían, por lo que se avanzó a su tiempo diseñando algo que antaño no se hubiese podido hacer. Teniendo en cuenta todo este apunte, se puede afirmar que el conjunto escultórico de Subirachs es totalmente legal y legítimo. Incluso en realidad, la Sagrada Família, también es una obra vanguardista como casi toda la obra del mismo Gaudí, el cual jamás afirmó ser modernista aunque las guías turísticas se empeñen en encasillarlo.


Si bien anteriormente a Subirachs existieron en Cataluña diversos escultores vanguardistas, todos ellos expusieron sus obras en galerías, museos o edificios civiles importantes, mientras que aquél fue el primero en exponer para edificios, calles y plazas públicas de la ciudad. Su obra llamada Forma 212, instalada en las Llars Mundet, es la primera escultura vanguardista de la historia de Barcelona que ocupó un espacio público. Se inauguró en 1957 y no por casualidad, pues ese mismo año coincidió con el nombramiento de Josep Maria de Porciones i Colomer como nuevo alcalde de Barcelona. A partir de entonces, la presencia de la obra de Subirachs por toda la ciudad fue progresivamente a más porque su estilo se necesitaba. Y es que la gran modernización de la capital catalana durante el desarrollismo tras dos décadas grises debidas a la Guerra Civil y a la posguerra tenía que ir acompañada de una renovación en todos los ámbitos, incluido el arte. Así, los estilos clasicistas de las décadas anteriores fueron cada vez a menos en favor de obras abstractas o bien figurativas pero claramente enmarcadas bajo el vanguardismo del siglo XX. En definitiva, la construcción de modernos inmuebles y edificios singulares iría acompañada, o mejor dicho, complementada, de este nuevo arte público, siendo Subirachs el primero en estrenarlo por las calles y plazas barcelonesas. Aquellos fueron años fructíferos de su labor escultórica.


Además de su primera obra urbana Forma 212 antes citada, también es autor de Evocación marinera, en el paseo de Joan de Borbó (entonces Nacional), en el barrio de la Barceloneta (1960); el monumento al inventor del submarino Narcís Monturiol, también mencionado antes (1963); y su particular Homenaje a Barcelona, en el parque de Montjuic (1969). Años después, en 1991 instaló su no menos polémico monumento a Francesc Macià en la plaza de Catalunya. Además de contribuir al arte urbano, su estilo le permitió decorar paredes y fachadas de modernos edificios singulares contribuyendo a reforzar un nuevo concepto de arquitectura contemporánea. Precisamente Subirachs fue un escultor que supo apreciar y valorar los diferentes estilos arquitectónicos de los últimos decenios como el modernista, el novecentista, el clásico y neoclásico hasta llegar al racionalista. Sin embargo, debo remarcar que una vez llegué a discrepar seriamente con él cuando afirmó, tras el (misterioso) incendio en el Gran Teatre del Liceu de 1993, que la reconstrucción debía ser funcionalista en vez de reproducir nuevamente su estado original. A mi parecer, esto no me pareció en absoluto acertado por su parte tratándose de un conocedor del arte tan prestigioso como él. Excepción puntual y natural al no haber casi nunca coincidencias absolutas.


Sus trabajos destinados a embellecer edificios civiles o religiosos eran generalmente grandes relieves cargados de contenido, básicamente simbología e historias. Otras veces eran medallones o bien estatuas destinadas a crear o buscar una determinada estética de una sala, salón, vestíbulo o patio. Sus obras abstractas suelen integrarse como un elemento arquitectónico más, pues su presencia no rompe con la armonía del entorno aunque este sea clásico. Y sus obras figurativas se caracterizan por un fuerte expresionismo, con una gran carga de sentimiento reflejado en el rostro y las posturas de los personajes, a menudo de forma exagerada. Para el Ayuntamiento de Barcelona Subirachs esculpió los escudos de la ciudad (1966) y su Materia-Forma (1984), ambos elementos ubicados en la Casa de la Ciutat. De 1969 es su friso perteneciente a la fachada del llamado edificio Novísimo. En el Palau de la Generalitat, en 1976 realizó la puerta para la sacristía de la capilla de Sant Jordi, así como el relieve de Sant Jordi Tesseu en la galería que une el Palau con la Casa dels Canonges. En el Pati dels Tarongers, hay expuestos los bustos de cuatro presidentes de la Generalitat: de Francesc Macià (1984), de Lluís Companys (1990), de Josep Tarradellas (1999) y de Josep Irla (2001), los cuales pude contemplar tras una visita el 11 de septiembre de 2012, día de puertas abiertas. En el Parlament de Catalunya tiene una obra fechada de 1981, llamada Homenatge a la Resistència Catalana.


Subirachs, aparte de la fachada de la Passió de la Sagrada Família, también decoró algunos templos religiosos como los altares mayores de las iglesias de las Llars Mundet (1958) y de Santa Cecilia en Sant Gervasi (1964). En el cementerio de Montjuïc, sus obras Sant Francesc y Bernat Metge decoran el panteón de Francesc Cambó desde 1977.
La presencia de su arte por Barcelona llegó hasta lugares inesperados como el metro. En el vestíbulo de enlace de la L3 a la L5 de Diagonal, existe un singular mural llamado también Diagonal que, junto con otras obras, contribuyen a extender el arte por las instalaciones del suburbano. En 1979 colocó un friso en la fachada de la estación ferroviaria de Sants.
Para la Universidad de Barcelona, en 1959 colocó sus Tablas de la Ley en el moderno edificio de la Facultad de Derecho, y en 1986 un relieve dedicado a Salvador Espriu en el edificio central de la plaza de la Universitat. Dos edificios del Banco de Sabadell cuentan con decoración de Subirachs: los relieves de las oficinas de rambla de Catalunya (1971) y su obra Ariadna y Hermes, en la antigua sede del paseo de Gràcia (1985), ahora ocupada por una tienda de la firma Mango. En 1975 colocó su Sant Jordi en la sede de Caixa d'Estalvis de Catalunya (actual Catalunya Caixa), en la plaza de Antoni Maura.


Otras obras barcelonesas fueron La medida del espacio-tiempo (1967), en el edificio Mercuri, en la Via Augusta; Comunicación y computación (1971), en la fachada del edificio Macià, en la plaza de Francesc Macià (entonces de Calvo Sotelo); la Porta de Sant Jordi (1975), en el Palau del Lloctinent de la plaza Reial; y el busto dedicado a la pianista Rosa Sabater (1986), en el Palau de la Música Catalana. Igualmente, deseo mencionar como otra obra suya los relieves de las entradas de parking situadas en el paseo de Gràcia y en otras situadas por el Eixample, algunas de las cuales han desaparecido y que merecerían ser conservadas e integradas dentro de los procesos de remodelación urbana.
En el momento en que Subirachs extendió su arte por Barcelona, algunos artistas contemporáneos como Josep Cañas, Claudi Tarragó, Josep Ricart y Domènec Fita decidieron imitarlo y tomar ejemplo con la instalación de obras escultóricas de estilo vanguardista en el espacio público. Sin embargo, la escultura figurativa clásica no desapareció, siendo representantes de la vieja escuela autores como Roberto C. Vasconcell, Jacinto B. Vasallo, Núria Tortras, Joaquim Ros, Josep Granyer i Sebastià Badia.
Sus esculturas por calles, plazas y edificios serán un recuerdo permanente de su existencia, iconos de una parte de la personalidad y la historia de Barcelona. Para siempre Subirachs, un escultor que quiso aproximar el arte contemporáneo a la ciudadanía, más allá de la élite y los intelectuales, y contribuir a hacer de la ciudad un espacio para las personas y para expresar un sentimiento y un valor humano como es el arte.


Recuperemos la FONT D'EN FARGAS

$
0
0

En el distrito barcelonés de Horta-Guinardó todavía existe una pequeña joya que ha dado personalidad e historia a un barrio montañoso de la ciudad. Actualmente, este icono tan importante como sería también el castillo de Torre Baró para el distrito de Nou Barris o las Tres Xemeneies para el barrio del Poble Sec, actualmente se halla dejado de la mano de Dios: la Font d'en Fargas.
En una reciente visita personal, observé que el espacio que antaño ocupó un merendero y fue punto de encuentro social así como lugar de ocio para muchas familias humildes, se encuentra en un deplorable estado de abandono. Las rejas artísticas que cercaban la fuente y el cartel que indicaba la declaración de la fuente para utilidad pública han desaparecido. El quiosco modernista, parcialmente mutilado, continúa protegido por unas paredes de ladrillo para evitar intrusiones. Los alrededores son un descampado a menudo se utilizado como vertedero de escombros. Los árboles recién plantados y la habilitación de una nueva fuente funcional hecha a base de chapa de hierro a pocos metros de la histórica nada resuelven el problema.


Pocos saben que aquella fuente de la que ya no emana ni una sola gota de agua fue uno de los muchos símbolos de la transformación de Barcelona para apostar por un nuevo modelo de ciudad. El crecimiento de la población, la insalubridad de los cascos antiguos y la contaminación de las industrias aconsejaban alejarse de aquellos núcleos tan insanos. Por un lado, la expansión del Eixample por el llano sirvió para permitir el crecimiento de Barcelona más allá de sus recién derruidas murallas medievales. Por otro, las montañas, abundantes en fuentes naturales y vegetación eran objeto de numerosos proyectos de ciudad-jardín. En este sentido, viendo posibilidad de negocio rentable, los marqueses de Fargas Pere Fargas i Sagristà y su esposa Montserrat de Casanovas i Fernández de Landa (heredera del Mas Pujol o Can Fargas), que disponían de terrenos a caballo entre el sur de Horta y el norte del Turó de la Rovira, presentaron al Ayuntamiento de Barcelona un proyecto de parcelación de sus propiedades para la construcción de una ciudad-jardín. 


Previamente, a finales del siglo XIX decidieron explotar el agua de la fuente de su propiedad situada a 130 metros sobre el nivel del mar, en el Puig Màger, para convertir aquél espacio en un lugar de ocio y descanso. Para ello contaron con los servicios del arquitecto Roc Cot i Cot, que en 1900 proyectó la canalización del agua y el diseño de estilo modernista de una pequeña cueva que albergaba la fuente, un recinto para merendero formado por mesas y bancos hechos de tablones de madera y un quiosco de bebidas que despachaba porrones de vino, café, anís y licores. Sus aguas, oligometálicas y líticas, debido a sus excelentes propiedades tanto medicinales como para consumo diario, alcanzaron un gran prestigio. En 1905 la fuente fue declarada para uso público y posteriormente por Real Orden de 29 de julio de 1919. Este agua se vendía por Barcelona en un establecimiento comercial situado en el número 60 de la calle de Roger de Llúria, en un colmado del número 299 de la calle de Mallorca y en las farmacias de las calles de Escudillers nº8, Tallers nº81 y en la plaza de Urquinaona nº6. También se hacía su reparto por los núcleos urbanos, masías y casas aisladas diseminadas de Sant Andreu y Horta mediante carros tirados a caballos.


El recinto de la Fontd'en Fargas pronto se popularizó, recibiendo especialmente los domingos y días festivos a las gentes humildes del Clot, Horta, La Sagrera y Sant Andreu. Además del consumo de agua en la fuente y de bebidas en el quiosco, también había en una de las paredes un espacio habilitado para cocinar al fuego. Allí se vendían los fajos de leña y se alquilaban cazuelas, paellas y parrillas. Era habitual en aquél rincón de mundo la celebración de fiestas, bailes, conciertos de música, sardanas, comidas, jotas y las Caramelles, incluso mítines políticos y obreristas. Las fuentes con merenderos como la de la Font d'en Fargas eran un reflejo de la necesidad de evasión y distracción de unos grupos sociales sometidos a duras condiciones de vida, además de un espacio para la libertad de expresión y reunión.


Entre semana la concurrencia de la fuente era para beber su agua fresca o bien para proveerse de ella mediante garrafas o botijos, atuendos que ante el chorro de agua hacían una larga cola a la espera de ser llenados. Solo quienes bebían directamente o con un vaso no tenían necesidad de hacer cola ni abonar un solo céntimo. Por contra, quienes disponían de garrafa o botijo pagaban una suma en función de la capacidad del recipiente.
El lugar, debido a que era muy salubre, se podía respirar aire puro en medio de un frondoso arbolado y un ambiente de paz y tranquilidad, solían frecuentarlo personas enfermas con el propósito de sanar o mejorar su calidad de vida.


En los alrededores de la Fontd'en Fargas se urbanizaron calles y se construyeron torres de veraneo hasta formar un nuevo barrio que tomó por nombre la misma denominación de la fuente. A partir de 1915 la Cooperativa de Periodistas para la Construcción de Casas Baratas promocionó la urbanización de la montaña con chalets. En 1927 abrió al culto la iglesia de Sant Antoni de Pàdua y en 1928 la Asociación de Propietarios e Industriales de la Barriadas Fargas, Mulassa y sus Contornos inauguró el Casal Familiar, entendido como centro recreativo y cultural, además de ser una cooperativa de consumo. Tras la Guerra Civil cesó la actividad constructiva y no fue casi hasta la llegada del desarrollismo que se reanudó con la edificación de viviendas para clases sociales medias y también más elevadas. Algunas torres se reconvirtieron en escuelas. Paralelamente, la Font d'en Fargas continuó siendo punto de encuentro social pero a medida que el barrio se fue urbanizando y las nuevas generaciones se decantaban hacia otro tipo de ocio y entretenimiento distinto al de sus padres y abuelos, el espacio empezó una lenta decadencia y abandono. La última construcción fue un antiestético restaurante edificado en 1976 que destruyó parte del quiosco modernista, construyó un muro que "privatizó" la fuente y encareció el precio del consumo de agua. Fue cerrado en el año 2010 tras hacer fallida.


En la actualidad, la fuente y sus alrededores languidecen lentamente, pues el hecho de ser una propiedad privada y no estar catalogado como patrimonio histórico-arquitectónico dificulta una actuación para su salvación. Es un deseo esperar que el Ayuntamiento de Barcelona adquiera este espacio para su pronta rehabilitación, reconstruyendo la fuente y el quiosco modernista, adecentando lo que una vez ocupó el merendero como una plaza pública y, en definitiva, recuperando esta pequeña joya para el barrio.



Per aquest SANT JORDI, els meus llibres

$
0
0

Un any més tornem a retrobar-nos en aquesta festa tant cívica i entranyable, de tothom i per a tothom. Una tradició folklòrica i cultural catalana que ja és universal perquè es celebra arreu del món. Sant Jordi, Dia del Llibre i de la Rosa, és un patrimoni intangible que hem de preservar i mantenir viu perquè ens ajuda a retrobar-nos i a reconciliar-nos. Durant aquest dia, els problemes, els conflictes i els prejudicis queden arraconats per donar pas a la llibertat, a la convivència i a la concòrdia entre les persones, les cultures i, sobretot, les llengües. Per això, l'esperit que ens brinda cada 23 d'abril ens fa entendre qui som, on som i què hem de fer, una llum que hauria de brillar durant els 365 dies de l'any, o almenys intentar-ho, perquè l'esforç per fer-la arribar qual farà que nosaltres siguem millors persones.


Enguany, i com marca la tradició, em complau d'oferir-vos un parell de llibres de la meva pròpia collita literària amb la possibilitat de poder escollir aquell que us agradi més. I si són tots dos, encara millor. Per als qui llegeixin en català, us recomano que adquiriu FUNICULARS I TELEFÈRICS DE MONTJUÏC. Publicat per Viena Edicions, narra la història dels transports públics per cable de la muntanya de Montjuïc, des dels primers projectes fins arribar a l'actualitat. En el present treball s'explica la història del funicular del Paral·lel al Parc de Montjuïc (encara existent), del funicular al Castell, el funicular al Palau Nacional, el telefèric del Parc de Montjuïc al Mirador de l'Alcalde i al Castell, i el transbordador aeri de Miramar a les torres de Jaume I i de Sant Sebastià. El llibre ha estat dividit en tres parts. La primera relata detalladament la història dels funiculars i els telefèrics que van ser construïts a la muntanya de Montjuïc i van prestar servei des dels seus inicis fins a la seva supressió o renovació. Es fa referència al projecte constructiu de cadascun, a l’explotació i a la rendibilitat al llarg de la seva vida activa, i s’inclouen dades sobre les tarifes, el passatge i els beneficis. Van ser diversos els esdeveniments històrics de tipus polític, social, econòmic i urbanístic que van incidir directament en el seu funcionament i que ajuden a entendre les raons per les quals aquests mitjans de transport van evolucionar d’una determinada manera fins als nostres dies o les raons per les quals alguns ja han deixat de funcionar.
La segona part fa referència als projectes constructius que, per diverses raons, mai no van poder fer-se realitat. Tota aquesta documentació, poc vista o inèdita, no està exclosa d’interès, ja que és el testimoni de la voluntat de conquerir la muntanya.
I la tercera part inclou els aspectes tècnics i d’explotació de cadascun dels mitjans de transport, que ajuden a entendre les característiques del traçat, de les instal·lacions, del material mòbil i del funcionament. Com que es tracta d’un apartat molt necessari que ajuda a completar i complementar la història d’aquests sistemes, ha estat incorporat en aquest llibre malgrat que pugui resultar una mica feixuc de llegir, tot i ser redactat de manera amena i força entenedora.
Tots ells transports singulars, han estat testimonis vivents de com s'ha transformat i modernitzat la ciutat de Barcelona, essent la muntanya de Montjuïc el principal referent i icona d'aquests canvis que han escrit una nova història de la ciutat. Obra molt recomanada alhora una eina útil per a estudiants, docents, investigadors, historiadors, geògrafs, aficionats als transports, antics residents de la muntanya de Montjuïc que vulguin recordar una part de la seva vida, habitants del districte de Sants-Montjuïc que vulguin descobrir una part de la seva història local i tothom que estigui interessat a descobrir per què els funiculars i els telefèrics de Montjuïc han merescut una història com aquesta. Aquesta obra és, en resum, un homenatge a les persones que van viure a Montjuïc i que van contribuir en gran mesura a escriure una important pàgina de la història de Barcelona.


Per als qui prefereixen llegir en castellà, us recomano el meu llibre ASÍ ERA NOU BARRIS. Publicat per Temporae, mitjançant una selecció de 250 imatges procedents de l'extens fons fotogràfic de l'Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, aquest treball aborda la història de Nou Barris des dels seus orígens fins al seu reconeixement oficial com a districte de Barcelona.  El resultat final ha estat una història de Nou Barris estructurada en set capítols. El primer fa referència al passat rural, quan el paisatge estava predominat per camps, bosco , torrents i masies, excepte elements com ara els tallers ferroviaris i el cementiri de Sant Andreu que van suposar els primers símptomes d'un canvi. El segon capítol s'endinsa en mostrar les primeres urbanitzacions que van donar lloc al primer poblament. Les imatges de l'Institut Mental de la Santa Creu tenen un protagonisme especial per la seva gran importància. El tercer capítol engloba els anys de la Segona República i la Guerra Civil. Al no ser possible disposar de més imatges com seria de desitjar, el reportatge fotogràfic del Grup Escolar Hermenegildo Giner dels Rius ha servit per compensar aquesta mancança i equilibrar un nombre de fotogrames similar respecte a altres capítols. El quart capítol s'endinsa en el llarg període de la postguerra, on s'aprecia clarament una major disponibilitat de fotografies capaços d'il·lustrar aquest període que va suposar un enlairament en el procés d'urbanització i població del territori de Nou Barris. El cinquè capítol es centra en l'anomenat desarrollisme, moment de màxim creixement i densificació dels barris que aviat donaria origen a les llavors dels futurs i immediats moviments associatius. El sisè capítol, concentrat especialment durant la dècada dels anys setanta, reflecteix les nombroses lluites veïnals per aconseguir una millor qualitat de vida per als barris. En aquesta etapa és quan es forja per primera vegada la denominació 9 Barris, moment que s'obre un procés històric el qual s'ha convertit en un referent fins i tot a nivell nacional i internacional. Finalment, el capítol setè tanca aquesta història amb la creació oficial del districte 8 o de Nou Barris el 1984, amb la qual cosa deixa de ser definitivament un suburbi per ser finalment reconegut com un territori més de Barcelona amb la seva pròpia personalitat forjada a través d'una llarga i apassionant lluita i del fort sentiment de pertinença dels seus habitants.
Després de visualitzar aquestes imatges entranyables, singulars i inèdites, ja no posareu en dubte que Nou Barris és un territori amb molta història. Molt recomanat per als qui coneguin poc o bé desconeguin completament la història de Nou Barris, doncs el llibre és un resum d'allò que cal saber.


FELIÇ SANT JORDI 2014

MOLTES GRÀCIES I A REVEURE, TITO!!!

$
0
0

Per recordar la figura d’en TITO VILANOVA he preferit escollir aquesta imatge en l’etapa juvenil com a jugador del Barça. Sincerament, amb la seva intensa trajectòria s’ha guanyat un lloc en la història del futbol. Perquè malgrat que la seva fama en vida ha estat breu, contribuir juntament amb en Pep Guardiola a fer la millor etapa de la història i un rècord propi com a entrenador del millor inici de l’equip, francament, això no s’oblidarà mai. Darrera d’un filòsof sempre hi ha alguna cosa que inspira, i en el cas d’en Pep Guardiola la inspiració i l’estímul per ser el millor entrenador del món va ser la d’en Tito Vilanova. Ara la seva fama serà per sempre, al costat de les altres glòries blaugranes.
Així és el futbol. Coses bones i d’altres de dolentes. Etapes de triomfs i alegries però també etapes de derrotes i tristors. Sempre és dolorós i inexplicable que algú se’n vagi a la flor de la vida, i sovint injust quan veiem com grans dictadors i gent de mal han viscut tants anys i tant bé, impunement. Diuen sempre que, malgrat les injustícies, no hem de jutjar a la humanitat, que aquest no és assumpte nostre, però ben segur que un dia trobarem resposta als nostres dubtes.
Mereix la pena agrair les condolences rebudes per part de jugadors, entrenadors i aficionats d’altres clubs i, en particular, del gran rival barcelonista com és el Real Madrid. En moments tant tristos com aquest, per fi s’ha vist esportivitat. Tant de bo la seva marxa ens doni una lliçó i un exemple d’aquesta concòrdia entre els diferents colors, per deixar de banda la politització i els prejudicis en favor de l’enteniment, el respecte i la convivència cívica a través d’un fet humà i cultural com és el futbol. Perquè cap mort d’una bona persona no és mai en va, i si dol malgrat el pas del temps és perquè ha deixat un bon rastre al seu pas pel món.
Sempre i per sempre recordaré allò de què algun dia tots ens tornarem a trobar, com deia la meva mare. Jo n’estic convençut. Mentrestant, els qui ens quedem, aprofitem la vida i valorem tot allò que tenim perquè és únic i irrepetible.

A reveure, Tito!!!

El Servicio Público Auto-Ómnibus Vallcarca-Coll, S.A.

$
0
0

La creación de un servicio público de transporte de pasajeros al barrio del Coll se debió en el momento que en Barcelona proliferaron diversos servicios de proximidad explotados por parte de empresas independientes para atender las demandas de las barriadas populares que se hallaban en situación de aislamiento. Estas líneas, por sus características y funciones se convirtieron en precedentes del actual Bus del Barri.
El 11 de febrero de 1925 el empresario Alexandre Casas Geli solicitó al Ayuntamiento de Barcelona la concesión para el establecimiento de una línea de autobuses entre la plaza de Lesseps y el barrio del Coll a través del viaducto de Vallcarca. La propuesta, que pasó el visto bueno de los Servicios Técnicos Municipales, fue aprobada el 31 de marzo siguiente por la Comisión MunicipalPermanente. Una vez obtenidos los permisos reglamentarios, se previó ponerla en servicio el 18 de julio siguiente, pero el mal estado del pavimento lo impidió, retrasando su inauguración hasta el 12 de septiembre siguiente. El servicio se iniciaba desde las 7:15h. hasta las 22:00h. El precio del billete era de 30 céntimos para el trayecto completo y de 15 céntimos para trayectos intermedios. La oferta se cubrió mediante dos pequeños autobuses de la firma Chevrolet. El recorrido se iniciaba en la plaza de Lesseps, donde establecía correspondencia con el tranvía, el Gran Metro y las líneas de autobuses de la Compañía Generalde Autobuses de Barcelona y de Autobuses del Norte de Barcelona. Continuaba por la avenida de la República Argentina, el viaducto de Vallcarca, el paseo de la Mare de Déu del Coll y la calle de los Santuarios, frente a la ermita del Coll.


Mientras esta línea perteneció a Alexandre Casas Geli, el Ayuntamiento de Barcelona llegó a proponer a la Compañía General de Autobuses de Barcelona su explotación, oferta que ésta rechazó al considerar que el servicio era deficiente y poco rentable.
Para consolidar la línea, su principal titular, con la participación de trece personas más, básicamente vecinos de las barriadas que solicitaban este nuevo servicio, fundó la empresa Servicio Público Auto-Ómnibus Vallcarca-Coll Sociedad Anónima el 22 de octubre siguiente. Inicialmente disponían de un capital social de 50.000 pesetas y las oficinas en el número 2 de la calle de Funoses-Llussà.
Transcurridos cuatro meses, a partir de enero de 1925 los dos autobuses Chevrolet, debido a problemas técnicos, fueron retirados del servicio y sustituidos por un Hispano Suiza perteneciente al mismo titular, hecho que comportó una reducción de la oferta.
Una vez constituida, se procedió a pedir el traspaso de la concesión de su línea de autobuses para su nueva sociedad. Sin embargo, el Ayuntamiento de Barcelona denegó el cambio alegando que Alexandre Casas Geli no constaba oficialmente que fuese el representante de ninguna sociedad mercantil. Ello generó un problema y un conflicto entre los trece accionistas, hecho que precipitó el cierre del garaje y la suspensión temporal del servicio de autobuses entre el 24 y el 30 de noviembre del mismo año 1925. Justo el día de la reanudación de la línea, la compañía solicitó una nueva concesión municipal, algo que irritó a Alexandre Casas Geli, el cual terminó por denunciar a sus trece socios. Ante el cúmulo de problemas y vistas las irregularidades, la concesión del 9 de septiembre de 1925 fue declarada caducada a pesar de los recursos interpuestos por su principal titular.


Durante ese mismo año, en medio de tanto revuelo, el titular solicitó la prolongación de la línea por la calle del Doctor Bové hasta la Font d'en Fargas, petición que en noviembre del mismo 1925 fue rechazada por el Consistorio municipal debido a que el estado de las calles impedía el paso de los autobuses bajo condiciones seguras.
El 1 de octubre de 1926 el Ayuntamiento de Barcelona otorgó a la sociedad una concesión definitiva de la línea. Durante ese año, se incorporaron tres autobuses Hispano Suiza de 27 plazas, carrozados por salvador Caba y numerados del 1 al 3.
Posteriormente se convocó una subasta pública, que fue solicitada nuevamente por Servicio Público Auto-Ómnibus Vallcarca-Coll Sociedad Anónima el 17 de enero de 1927, siendo finalmente adjudicada a ésta empresa bajo la aprobación del Pleno municipal el 27 de abril de 1928. El 2 de abril de 1929, la sociedad solicitó la prolongación de la línea hasta el cruce de las calles de Cristina y Madrid para facilitar la maniobra de los autobuses. Finalmente, la Comisión MunicipalPermanente aprobó el 30 de julio siguiente esta prolongación de 200 metros, fecha en la cual se hizo efectivo el cambio a la vez que se mejoró el pavimento de las calles.
Entre 1925 y 1929 hay constancia del número de pasajeros transportados, hecho que reflejaba una demanda anualmente creciente:

1925
1926
1927
1928
1929
83.077
335.779
334.443
360.927
368.292

En octubre de 1931 la sociedad ofreció su línea de autobuses a la Compañía Generalde Autobuses de Barcelona, la cual procedió a hacer un estudio de su rentabilidad, la cual se podía considerar aceptable teniendo en cuenta la relación entre oferta y demanda. Sin embargo, ante la dificultad de disponer de un material móvil adecuado, finalmente la oferta se rechazó.


Efímeramente, entre los meses de marzo a julio de 1932, debido a la pérdida de la concesión de la línea de la plaza de Lesseps a la Clonia Taxonera por parte de la sociedad Autobuses Gracias, Guinardó y Horta, ocasionó que dicho servicio fuese explotado por el Servicio Público Auto-Ómnibus Vallcarca-Coll Sociedad Anónima. De hecho, la superposición de la línea con la del Coll en el trayecto comprendido desde la plaza de Lesseps hasta el viaducto de Vallcarca motivó un recurso por parte de esta sociedad al considerar que se generaba competencia. Finalmente, fue adquirida definitivamente por Autobuses del Norte de Barcelona.
El 8 de octubre de 1933, se solicitó al Ayuntamiento de Barcelona la prolongación de la línea desde el Coll hasta el barrio de la Taxonera por el llamado Camí Vell del Coll y las calles de Delmiri y Santa Rosalía. El 26 de enero de 1934 el Ayuntamiento de Barcelona aprobó esta prolongación, de 700 metros de longitud, pero el lamentable estado de las calles con el riesgo de peligrar la seguridad tanto de los autobuses como del pasaje impidió hacerla posible.



Al estallar la Guerra Civil, a partir del 19 de julio de 1936 la empresa fue colectivizada bajo el Comité Obrero de Control, dependiendo del sindicato CNT y del Sindicato Único de Transportes e Industrias. Al tratarse de una empresa pequeña, en diciembre siguiente el control fue a cargo de Autobuses G, que en realidad era la Compañía Generalde Autobuses de Barcelona colectivizada. En enero de 1937 la línea del Coll modificó los horarios para mejorar la oferta y fue prolongada hasta la colonia Taxonera, en base al proyecto presentado en 1934 y a pesar del mal estado de las calles. A partir del 17 de febrero siguiente, la empresa perdió el pequeño grado de autonomía que todavía tenía para someterse totalmente al control de Autobuses G, la cual explotó la línea del Coll bajo el distintivo de línea VC. El 15 de marzo siguiente, volvió a recortar su recorrido hasta el Coll ante el riesgo de accidentes de circulación. Durante el año 1937 la línea de autobús transportó 280.043 pasajeros. Entre el 4 y el 7 de mayo siguiente suspendió el servicio. Igualmente lo volvió a hacer los días 2 y 4 de enero de 1938, el día 20 y los días 25 y 26 de febrero, y del 28 de febrero al 1 de marzo del mismo año. Ello se debió a la falta creciente de combustible para hacer circular a los autobuses y ante la falta de recambios cuando algún vehículo se averiaba. Finalmente, el 3 de marzo del mismo año 1938 suspendió definitivamente el servicio.



Tras finalizar la Guerra Civil, se hallaron en la cochera de Luchana de la Compañía Generalde Autobuses de Barcelona los autobuses Hispano Suiza números 1 y 2, que se encontraban averiados. El coche número 3 desapareció, probablemente destruido, incautado para el frente o desguazado. Se dice que en la inmediata posguerra el servicio se reanudó de manera irregular, pero durante muy poco tiempo, pues ante la falta de carburantes líquidos y piezas de recambio la línea tuvo que suspender nuevamente el servicio. La empresa Servicio Público Auto-Ómnibus Vallcarca-Coll Sociedad Anónima continuó existiendo hasta el año 1948, en que fue disuelta.

Material móvil
Matrícula
Marca
Alta
Baja
HP
Plazas

Chevrolet
1
1925
1925



Chevrolet
2
1925
1925



Hispano Suiza

1925
1926


B-19958
Hispano Suiza
1
1926
1939
30
32
B-20627
Hispano Suiza
2
1926
1939
30
32
B-22796
Hispano Suiza
3
1926
1936
30
30


El barrio del Coll no volvió a disponer de transporte público hasta el 16 de agosto de 1956, cuando Tranvías de Barcelona inauguró la nueva línea C, entre la plaza de Gala Placídia y el paseo de la Mare de Déu del Coll, que prestaba servicio con autobuses imperiales.




Johnny, el sheriff de la Rambla

$
0
0
Foto: Colita

"¡Cuidado, Johnny, está detrás del árbol!, le gritábamos. Pero Johnny era más rápido y de un certero disparo acababa con él. Johnny podía con todos". Así es como el periodista Joan de Sagarra recordaba en un artículo dominical del diario La Vanguardia al llamado "Sheriff de las Ramblas". En la entrañable Barcelona de los años setenta paseaba por la Rambla este personaje, animando y "desafiando a un duelo al sol" al público que paseaba los domingos por la tarde cuando esta arteria todavía no estaba tan ahogada por el turismo y conservaba su regusto barcelonés. No era el único, pues en aquella década le acompañaron otros personajes excéntricos que contribuyeron a dar un toque de singularidad a este paseo, como "el Foca", "el Despotricador", "el Comisionista" y "la Catalana", también llamada "la Segunda Monyos" o . La tradición de los tipos populares era bastante antigua, de hecho aparecieron cuando la Rambla se urbanizó y se convirtió en la principal arteria y punto de encuentro de Barcelona, motivo por el cual éste fuera el lugar elegido para darse a conocer o llamar la atención. Personajes de antaño fueron "el Noi de Tona", "en Girona Pobre", "la Monyos", "el Caio", "l'Articles Numerats" y "l'Escudellòmetre", entre otros.
Tras el sheriff había un hombre muy sencillo llamado Carlos Doménech, y aunque su segundo apellido sonaba catalán en realidad era de origen andaluz, nacido en el año 1922 en Montoro, en la provincia de Córdoba. En 1963 emigró, igual que muchos de sus compatriotas, a Barcelona, para intentar ganarse mejor la vida, pues antes no decidió marchar tuvo que trabajar en duros oficios, especialmente tras la muerte de su padre. Quienes le conocían decían que trabajaba como peón de albañil, un oficio del que había mucha demanda durante aquellos años del llamado desarrollismo, por lo que era relativamente fácil colocarse. Tenía una gran afición al cine, y presumía de haber recorrido y entrado en todas las salas cinematográficas de la ciudad, tanto de estreno como de barrio que entonces estaban abiertas. Su pasión por el western, un género hoy día lamentablemente olvidado, lo llevó al punto de sentirse identificado con los personajes interpretados por las grandes estrellas como John Wayne, Gary Cooper y Clint Eastwood: "Como que yo me doy mucho arte y estilo, me di cuenta de que podía hacer lo mismo que hacían los de las películas; sobre todo las del oeste. Y como que yo tenía un sombrero de mi tierra, un sombrero cordobés, pues me paseaba con él y ya empezó todo", relataba en una entrevista. Al sombrero le acompañaban las botas y las cartucheras con sus respectivas pistolas, claro está, de juguete. Vestía a menudo una camisa desabrochada para mostrar pelo en pecho, pantalones ligeramente ajustados y chaqueta negra. Esa era la presencia de este hombre alto, delgado, de cabello largo y grisáceo y de cierta edad.


A partir de 1969 empezó su gran aventura por la Rambla. En ese mismo año, él y otro sheriff que procedía del barrio de la Barceloneta se enfrentaron a un duelo ante las puertas del cine Mar. Sin embargo, ninguno de los dos desenfundó. Ambos se miraron fijamente a los ojos al estilo de los personajes de los Espagueti Western de Sergio Leone. Luego dieron media vuelta y se marcharon. Se dice que el de la Barceloneta jamás regresó.
Su actuación solía ser siempre la misma. La clave era que alguien se le acercara y le gritara "¡cuidado, Johnny, está detrás del árbol!". Entonces empezaba el espectáculo. Tal y como lo narraba el periodista Josep Maria Carandell, "Automáticamente, el sheriff Johnny se da un azote en el trasero, desenfunda la mano en forma de pistola, dispara, hinca en tierra la rodilla, malherido, vuelve a disparar , y todos ven doblarse muerto al agresor invisible, detrás del árbol corpulento. Entonces Johnny se pone de pie, curado, sopla con displicencia el humo que sale de la punta de los dedos, y prosigue su altiva marcha de inspección, entre las exclamaciones de alegría de los niños y la curiosidad de los mayores."
Prácticamente nada se sabe acerca de este hombre, lo cual permite alimentar todavía más el mito y su personaje. Durante los años setenta y principios de los ochenta, se paseó por la Rambla, viviendo en vivo y en directo los acontecimientos sociales debidos al final del franquismo y al periodo de la transición democrática, desde manifestaciones pro-amnistía hasta los desfiles pro-gay liderados por Ocaña y Nazario pasando por los balls de bastons propinados por los grises.
El sheriff quería ser actor, y jamás perdió la esperanza de que algún día alguna productora lo llamara para un rodaje. Pero eso nunca sucedió, por lo que tuvo que conformarse con ganarse la fama como personaje singular de la Rambla. Posiblemente esta opción, aunque más modesta, lo ha inmortalizado y ha logrado que sea recordado en la posteridad.

La AVENIDA DE LA LUZ, la primera galería comercial subterránea de Europa

$
0
0

Si bien en muchas ciudades europeas las galerías comerciales se habían generalizado como un moderno sistema de consumo mediante pequeños comercios y gran variedad de ofertas en espacios cerrados y cubiertos, la implantación en Barcelona llegó tarde y justo en un momento tan duro como fueron los inicios de la posguerra. Sin embargo, el modelo barcelonés de la Avenida de la Luz fue único en Europa y una referencia a imitar, aunque posteriormente no evolucionó hacia lo se pretendía.
Tras finalizar la Guerra Civil, el régimen franquista quiso ofrecer un inmediato ambiente de "normalidad" ciudadana mediante la reconstrucción de edificios, la realización de obras de gran envergadura y el fomento de la vida comercial. En ese sentido, el comercial Jaume Sabaté Quixal fue quien ideó la construcción de unas grandes galerías subterráneas con comercios, salones, restaurantes y servicios varios en pleno centro de Barcelona. Él mismo contaba que su idea era “hacer una ciudad subterránea en pleno centro. Tiendas, bares, cines. Todo muy bien arreglado. Muy bien iluminado y decorado. El proyecto significaba enlazar la plaza de Cataluña con la de Urquinaona.” Bajo el nombre de Ciudad Subterránea de la Luz, se quería ofrecer una solución a la complejidad de estructuras subterráneas del centro de Barcelona, permitiendo la interconexión entre sí y la integración de todas las líneas ferroviarias subterráneas, a la vez que se unían las plazas de la Universidad, de Cataluña y de Urquinaona en un vasto espacio de 14.000 metros cuadrados. El proyecto, diseñado por los ingenieros Conde, Folch y Ríos se estimó en 200 millones de pesetas y una ejecución de diez años.


Para hacerlo realidad se pensó en aprovechar la excavación de un túnel ferroviario inacabado bajo la calle de Pelayo construido entre 1926 y 1929 por la compañía Ferrocarriles de Cataluña que ya existía con motivo de las obras de soterramiento del ferrocarril. Inicialmente se había previsto como vestíbulo, pero al inaugurarse en 1929 el nivel de andenes quedó inacabado, paralizándose temporalmente los trabajos de finalización. Durante la Guerra Civil se ejecutaron algunas obras con la intención de conectar el vestíbulo con el metro Transversal, quedando solo pendientes el alumbrado y la decoración. En 1940 Ferrocarriles de Cataluña y la empresa Sabaté Andreu Toldrà Sociedad Limitada (S.A.T., S.L.) firmaron un convenio para finalizar las obras del vestíbulo y el posterior arrendamiento a tiempo indefinido de una parte de las instalaciones. La nueva sociedad S.A.T., S.L., fundada el 3 de mayo de dicho año para gestionar la nueva Avenida de la Luz, estaba formada por el mismo Jaume Sabaté, junto con el pintor Andreu Baiget y el empresario Joan Toldrà.


El 27 de julio de 1940 se celebró el acto oficial de inicio de las obras de reforma y adecuación de una parte del vestíbulo de Ferrocarriles de Cataluña para transformarlo en galería comercial. Asistieron, entre otros, el general Múgica en representación del capitán general, y el señor Vidal Burnils de la Compañía Barcelonesa de Electricidad. El presupuesto era de 30 millones de pesetas de aquella época y los trabajos de reforma rápidos, en solo cuatro meses de tiempo. Entretanto, una autorización municipal legalizó el arriendo de las dos sociedades y la legalización de la nueva galería.
Una vez finalizadas las obras, a las 11h. de la mañana del 30 de octubre siguiente se hizo la inauguración oficial. Asistieron entre otras personalidades el general Múgica, el señor Asensi en representación del jefe superior de Policía, y la señora Felisa Bliger en representación de la Sección Femenina de la Falange. El reverendo de la iglesia de Santa Ana, Joan Salvans, en nombre del obispo administrador de la Diócesis, procedió a la bendición de las instalaciones.

Foto: Pérez de Rozas

Posteriormente, a las 17h. de la tarde se inauguraron las actividades comerciales de la nueva avenida, con la asistencia del alcalde de Barcelona Miguel Mateu, el representante del gobernador civil José Bernabé, y el poeta falangista Ernesto Giménez Caballero, encargado de hacer el discurso inaugural entre un mar de brazos alzados, himnos patrióticos y vivas al Caudillo. Por la noche se celebró un banquete en el local que preveía acoger el cine Avenida de la Luz, todavía en construcción.
La nueva Avenida de la Luz estaba configurada por un largo pasillo de 175 metros de largo y 10 de ancho presidido por dos filas de columnas pareadas de mármol que soportaban el techo. Se hallaba bajo la calle de Pelayo, en el nivel vestíbulo de los Ferrocarriles de Cataluña, y disponía de tres accesos desde la calle: en la confluencia de las calles de Balmes y Pelayo, en la calle de Vergara y en la plaza de Cataluña ante el Café Zurich. En los vestíbulos principales habían las taquillas y las escaleras mecánicas que permitían el acceso al nivel de andenes de los ferrocarriles con destino a Sarrià, Sant Cugat, Sabadell y Terrassa.


En sus inicios la galería contaba con un total de 68 establecimientos como cafeterías, restaurantes, joyerías, una oficina de correos y telégrafos, un local de apuestas de caballos, una peluquería, una sastrería, una lavandería, un estanco, una bombonería, una perfumería, una armería, una relojería, tiendas de máquinas de coser, una tienda de electrodomésticos, un bazar, lavabos, servicio de duchas y una sala de exposiciones de arte, entre su amplísima oferta. También instaló allá su estudio el caricaturista Ramon Bonet Sintes, conocido como Bon, muy popular por sus colaboraciones en publicaciones humorísticas durante los años treinta. La mayoría de los compradores eran clientes con un elevado poder adquisitivo que podían permitirse la adquisición de productos modernos y de calidad. Se dice que durante las primeras décadas el número de visitantes diarios oscilaba alrededor de las 60.000 personas, incluyendo quienes solo iban a pasear, lo que mezclaba distintas clases sociales.
En uno de los locales acristalados cercano al vestíbulo de entrada desde la calle de Balmes con Pelayo se instalaron unos estudios de Radio Nacional de España. Enfrente mismo, el 1 de enero de 1943 el empresario Pere Balañá inauguró con un programa de homenaje a Walt Disney el nuevo cine Avenida de la Luz, una sala cinematográfica con capacidad para 350 personas y que terminó de consolidar la oferta de la galería comercial. En sus inicios ofrecía sesiones matinales. Otros servicios singulares fueron una oficina de publicación de anuncios del periódico La Vanguardia Española y una oficina de información de la Feria Oficial e Internacional de Muestras.


El 25 de junio del mismo año 1943, la sociedad S.A.T., S.L. cambió su denominación por Avenida de la Luz S.L. Gracias al éxito comercial y a su singularidad urbanística, un decreto de 23 de abril de 1949 del Ayuntamiento de Barcelona declaró la Avenida de la Luz como lugar de atracción de forasteros y de turismo.
El 15 de junio de 1953, el Boletín Oficial del Estado publicó el decreto del día 5 anterior por el cual se declaraba de urgente construcción la prolongación de las galerías subterráneas hasta la plaza de Urquinaona, previa autorización del Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, el sueño de Jaume Sabaté de su Ciudad Subterránea de la Luz jamás llegaría a terminarse.

Foto: www.bonartista.com

El 11 de julio de 1955 expiró el plazo de noventa y nueve años de explotación de la línea ferroviaria a Sarrià, Sant Cugat, Sabadell y Terrassa de Ferrocarriles de Cataluña, de modo que tanto esta red como sus instalaciones revertían al Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, esta compañía renovó la concesión para trenita años más (motivo por el cual no se municipalizó) pero a cambio la Avenida de la Luz pasó a ser de jurisdicción municipal, es decir, que pasó a ser considerada como una calle más de Barcelona. Ello se celebró con un acto festivo el 7 de diciembre de 1956 en las mismas galerías subterráneas con la participación entre otros del teniente de alcalde señor Mateo Molleví y los miembros fundadores de la avenida, que aprovecharon para inaugurar la iluminación navideña especialmente dedicada al pesebre viviente. A pesar del traspaso municipal, debe remarcarse que la empresa Avenida de la Luz S.L. continuó pagando el alquiler por el espacio ocupado a Ferrocarriles de Cataluña. En 1958 se instaló un establecimiento de vinos Montroy-Pedro Massana con su famoso muñeco de un "baturro" que echaba el vino en una tinaja.


A partir de los años sesenta comenzó un lento y progresivo declive, con la sustitución de algunos comercios por otros y un descenso del número de visitantes, que de los 60.000 iniciales pasó a unos 40.000 diarios. Entre los nuevos locales se instaló una taquilla para apuestas de carreras de galgos del Canódromo Pabellón y un salón recreativo. Del anhelado proyecto de la Ciudad Subterránea de la Luz dejó de hablarse hasta quedar definitivamente enterrado. El 18 de noviembre de 1968 se hicieron obras de modernización de las galerías, destacando en especial la renovación de la iluminación.
Durante los años setenta la degradación empezó a acusarse, con el cierre de locales que jamás reabrirían ni serían sustituidos por otros, a su vez que aumentó la suciedad, la sensación de abandono y la inseguridad, siendo además refugio de numerosos vagabundos. A pesar de todo, el 1 de enero de 1972 entró en vigor un nuevo sistema de arrendamiento de revisión quinquenal entre la empresa Avenida de la Luz S.L. y Ferrocarriles de Cataluña. 
En 1974 se produjo un incidente en el cine Avenida de la Luz, al morir un espectador durante la proyección de la película Los que deben morir. A partir de 1979 el arriendo de las galerías subterráneas pasó a hacerse con Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC), la nueva compañía que sustituía a la anterior tras el traspaso de competencias de gestión de la línea ferroviaria a Cataluña. A pesar de su degradación, el espacio sirvió de escenario para el rodaje de algunas escenas de la película Bilbao, del director Bigas Luna.


Durante los años ochenta prosiguió esta decadencia que parecía irreversible. El numero de visitantes diarios era cada vez más escaso por la sensación de miedo e inseguridad de las galerías. El 7 de junio de 1984, el cine Avenida de la Luz se transformó en una sala X para la exhibición películas pornográficas, reduciendo las localidades a 200. En ese mismo año el Gremio de Artesanos presentó un proyecto de renovación de las galerías subterráneas para convertirlas en la Avenida de la Artesanía, de modo que los comercios pasarían a albergar talleres de artesanos. La propuesta no tuvo ninguna trascendencia y quedó en vía muerta. A modo de curiosidad, también en dicho año el cantante José María Sanz Loquillo rodó en este espacio un videoclip correspondiente a una canción de su disco ¿Dónde estabas tú en el 77?. En 1988 se contabilizaron 38 locales, todos ellos en mal estado, de los cuales 27 funcionaban, siendo la mayoría bares, unos billares y el cine.

Foto: Els cinemes de Barcelona, de Joan Munsó Cabús

Ante la situación, la Asociación de Comerciantes de la Avenida de la Luz expresó su malestar solicitando una rehabilitación de las galerías subterráneas para poner punto y final a la degradación e inseguridad. El 2 de febrero de 1988 el mismo Ayuntamiento de Barcelona y FGC presentaron un proyecto en el llamado "triángulo de la vergüenza" para la construcción de un nuevo complejo hotelero y comercial que supondría la conversión en aparcamiento de la Avenida de la Luz. El Consistorio municipal puso como condición a la empresa ganadora del proyecto contemplar el futuro de la avenida y una indemnización a los comerciantes todavía existentes. Paralelamente, el mismo Ayuntamiento reclamó como suya la avenida a FGC y ésta, a su vez, solicitó a Avenida de la Luz S.A. la devolución de los locales en desuso para sus instalaciones ferroviarias. Finalmente, un protocolo municipal junto a FGC acordó una indemnización de los comerciantes de las galerías subterráneas que debían cerrar sus negocios. Solo resistieron diez locales que se negaron a cerrar, además de reclamar ser reconocidos como los verdaderos arrendatarios de aquel espacio que ocupaban. Pero la sentencia judicial les obligó a ser desahuciados recibiendo una baja indemnización.
El 21 de mayo de 1990 la Avenida de la Luz cerró definitivamente. Solo sobrevivió el cine, que en vistas de las circunstancias y los proyectos aprobados para el "triángulo de la vergüenza" terminó cerrando el 22 de noviembre de 1992.

Foto: mtvo-lasmentiras.blogspot.com.es

Tras permanecer completamente cerrado y abandonado a la espera de un futuro mejor, el 12 de noviembre de 1998 abrió el Centre Comercial el Triangle, con oficinas de alquiler y locales comerciales, además de reconstruir lo que fue el antiguo Café Zurich. Ello supuso la recuperación parcial de la antigua Avenida de la Luz, integrada en el nuevo complejo y reconvertida en una perfumería de la firma Sephora. Años después, con motivo del 150 aniversario del tren de Sarrià, el 8 de junio de 2013 se recuperó el antiguo cine reconvertido en una sala de exposiciones. El resto de instalaciones, tapiadas o escondidas, han quedado integradas en los vestíbulos de la estación de Plaça Catalunya de los FGC.

Foto: Kedin.es (Sephora)

El BOLETÍN INFORMATIVO de Tranvías de Barcelona

$
0
0

Con el buen propósito de establecer un canal de difusión informativo tanto para la directiva como para los empleados de Tranvías de Barcelona, S.A., el Servicio de Relaciones Sociales y Humanas de dicha sociedad decidió crear un BOLETÍN INFORMATIVO para contribuir a consolidar definitivamente esa unidad social establecida mediante un instrumento eficaz como era el Centro Cultural. Esta entidad, con sede en el número 8 de la calle de Viladomat, dirigida a los trabajadores y familiares de la Compañía, realizaba por aquél entonces una amplia e importante labor social y cultural, pues constituía un verdadero foco de entretenimiento y punto de encuentro. Creado como un grupo empresarial de Educación y Descanso, tenía secciones varias siendo la más importante el Cuadro Escénico, donde se hacía teatro, danza y música. Disponía también de restaurante económico, economato y centros de enseñanza a distintos niveles desde guardería hasta instituto de formación profesional.
Ante el amplio desarrollo del Centro Cultural y las actualidades relativas a los servicios urbanos de transporte, el BOLETÍN INFORMATIVO venía a ser un excelente medio de comunicación para mantener informado a todos sus trabajadores, además de un lazo de unión entre personas y un espacio de libre expresión para exponer problemas, sugerir mejoras y opinar acerca de aquella realidad de la cual formaban parte aquellas personas.


La dirección, redacción y administración se encontraba en el número 99 de la calle de Luchana (actual Roc Boronat), al lado de la cochera de autobuses, en el barrio del Poblenou. El primer número salió a la luz en abril de 1967 y su portada era una imagen coloreada con tres vehículos que representaban a todos los transportes públicos urbanos de superficie: el tranvía, el trolebús y el autobús. Durante muchos años colaboraron los mismos miembros. Así, Juan Ciuret Capdevila se dedicó a las fotografías, Manuel Cáceres Zulueta a las ilustraciones, y Alfredo Cazabán a la redacción. La distribución era únicamente en las citadas oficinas, de difusión gratuita y exclusivamente para empleados.
En noviembre de 1967, a partir del número 8 pasó a ser delegado de dirección del Boletín el jefe de División y presidente del Jurado de Empresa, Eduardo Galceran Huard, el cual consideraba que la nueva publicación debía de ser un vínculo de contacto entre los empleados y la Empresa. Los primeros números constaban de 56 páginas o bien 52, según la edición, pero a medida que la ambición editorial y el interés creciente de sus lectores fue incrementando con la progresiva incorporación de nuevas secciones, aumentaron las páginas. Merece remarcar la calidad técnica de la revista en cuanto al tipo de papel usado y a sus cubiertas con imágenes en color, razón por la cual las colecciones de boletines por parte de quienes actualmente las conservan se hallen en perfecto estado de conservación.
A partir de enero de 1968 la edición se trasladó al número 43 de la ronda de San Pablo, en el mismo edificio de las oficinas de relaciones públicas, propiedad de la Compañía.


A partir de 1969 los ejemplares ya constaban de 68 páginas, reflejo de una mejora cualitativa y una mayor participación de redactores, cada uno especializado en una sección. En febrero de ese año, a partir del número 23 pasó a ser delegado de dirección del Boletín Fernando Sánchez Ponseti. Desde el número 28 del mes de julio siguiente, dejó de constar como una publicación mensual de Tranvías de Barcelona, S.A. para pasar a constar como boletín informativo de la S.P.M. Transportes de Barcelona, S.A., que era la nueva denominación de la empresa, probablemente tras la previsión a corto plazo de la supresión de la red de tranvías. Desde el mes de octubre siguiente constó como director Antonio del Cerro Barris, el cual se mantuvo en el cargo prácticamente hasta el final de la revista, desarrollando un excelente trabajo junto con su equipo humano.
El Boletín se hallaba inevitablemente sujeto a las circunstancias políticas y sociales de su tiempo, aunque su línea fue siempre abierta y moderada. Todo y constituir un espacio para la libre expresión de sus trabajadores y un óptimo sistema de comunicación entre empleados y empresa, la directiva era quien finalmente decidía los contenidos, aunque esta era bastante flexible. Algunas secciones pretendían ser las portavoces de los empleados anónimos, como las "Cartas al Boletín", con las cuales se abría cada número antes de la "Editorial"; "Vida social", donde se mostraba una relación de los empleados que habían sido dados de alta en la empresa, quienes habían causado baja por jubilación y quienes habían fallecido, además de publicar las bodas y los nacimientos; "Ellos dicen", sección en la cual los empleados expresaban sus opiniones acerca del Boletín, el Centro Cultural y el Fondo de Asistencia Social; "Unos minutos con", donde se entrevistaban a los empleados en plena faena; "También nuestros tranviarios tiene premio", en la cual se hacían sorteos; y "Figuras de la empresa", donde se daba a conocer la labor de un trabajador o directivo destacado para otorgarle mayor mérito. Incluso los más pequeños, con la sección llamada "Mini mundo" tenían un apartado donde aparecían retratados así como las actividades escolares e incluso un listado de quienes habían sido agraciados con una beca para estudiar. Otros apartados relacionados con su rutina laboral fueron "Los vimos pasar", "Cuando la ciudad duerme" y "Cuando la ciudad vibra".


Lógicamente, se defendía y exaltaba las bonanzas de un sistema entonces paternalista por el se regía Tranvías de Barcelona. Algunas secciones de la revista pretendían reflejar esa imagen de bienestar laboral, de empresa ejemplar y de buen funcionamiento, como por ejemplo la sección llamada "Actividades del Centro Cultural", donde se informaba acerca de teatro, música, excursiones, cine, baile, exposiciones, juegos, deporte y variedades que organizaban mensualmente. Otra secciones similares eran las relativas al "Fondo de Asistencia Social" y a "La Banda de Música" de Tranvías de Barcelona. También eran regulares las noticias y novedades relativas a secciones de la empresa, a las instalaciones, al material móvil, a las tarifas, a la introducción de mejoras o a la supresión de líneas, entre otras cosas. Y por lo referente al personal, tenían un apartado destacado las inauguraciones, homenajes, cenas, actos, celebraciones, bodas de oro y de plata, premios, reconocimientos, visitas y fiestas. En relación a actividades culturales, entre 1968 y 1975 se publicó anualmente un reportaje relativo al certamen de "La Musa del Bus y la Verbena de los Tranviarios", con motivo de la festividad de San Cristóbal.
A partir del número 56 correspondiente a noviembre de 1971, debido a una reestructuración empresarial, Fernando Sánchez Ponseti dejó de ser delegado de dirección del Boletín. Y a partir del número 92 fechado en noviembre de 1974, constaba que las oficinas de redacción se hallaban en el número 33 de la calle del Marqués del Campo Sagrado, muy cerca de su anterior domicilio.


Hasta mediados de la década de los años setenta se podría considerar la etapa de máximo esplendor del Boletín, con un mayor número de páginas y secciones que reflejaban la filosofía empresarial de Transportes de Barcelona, su funcionamiento y sus actividades, a la vez que constituía una crónica mensual de la historia de los transportes públicos de la ciudad. Como revista de actualidades, contribuyó a dar conocimiento y difusión acerca de la realidad de los medios de transporte barceloneses, si bien quedaba restringida exclusivamente a sus empleados y no al público en general. Desde una óptica cultural, su seguimiento y lectura con interés permitía adquirir conocimientos básicos y fundamentales de historia de los transportes, de su material móvil así como la historia y cultura de Barcelona. El Boletín era, en definitiva, una publicación informativa y a su vez, cultural y pedagógica.
A partir del año 1977 empezó una leve decadencia, disminuyendo el número de páginas que pasó de 68 a 56, desapareciendo algunas secciones y unificándose otras, aunque afortunadamente la calidad de los artículos se mantuvo al mismo nivel gracias a su excelente equipo de redacción que logró tener un buen relevo generacional. Esa debacle fue económica y se debió en buena medida a la inevitable desaparición de Educación y Descanso, órgano del régimen franquista responsable promover actividades artísticas, culturales y deportivas, principal financiero del Centro Cultural y también del Boletín. A ello se sumó una etapa de crisis financiera de Transportes de Barcelona y al proceso de traspaso de competencias del Estado a la Generalitat y al Ayuntamiento, que finalizó en 1979 provocando la suspensión o el estancamiento de algunos proyectos que hasta los años ochenta no se pudieron reactivar.


A partir de 1980, Transportes de Barcelona, bajo su nueva denominación como S.P.M. Transports Metropolitans de Barcelona, S.A. y ostentando la presidencia Mercè Sala Schnorkowski, reestructuró su organización y funcionamiento empresarial adaptándose a los nuevos tiempos. Por ello, en el ámbito social, el antiguo Centro Cultural fue disuelto y sustituido por lo que actualmente conocemos como "TMB Cultura", que incluye proyectos y actividades culturales y educativas, además de incluir la sección de patrimonio histórico y de solidaridad.
El ultimo Boletín, el número 165, salió en diciembre de 1980. Su director, Antonio del Cerro Barris había sido sustituido por Alfons Dalmau, el cual se mantuvo en el cargo para dirigir solamente un único número. A partir de enero de 1981 la publicación ya no tuvo continuidad ante la falta de interés y de presupuesto, al considerarse prioritarias otras inversiones. No fue hasta al cabo de diez años, en 1990, que empezó a publicarse su sustituto directo, la revista "Hora Punta", actualmente vigente y en formato digital.


Números especiales:
- Número 2 (mayo de 1967) dedicado a los participantes en el XXXVII Congreso de la Unión Internacional de Transportes Públicos (UITP).
- En diciembre de 1968, junto con el número 21, se publicó un suplemento especial de Navidad.
- En marzo de 1971 se publicó un número extraordinario con motivo de la desaparición del tranvía en Barcelona. Llevaba por título "Adiós al tranvía".
- Número 62 (junio de 1972) extraordinario de 108 páginas con motivo del centenario del tranvía titulado "1872-1972 el tranvía cumple 100 años".
- En junio de 1972, con motivo de los actos del centenario del tranvía, se reeditó el boletín titulado "Adiós al tranvía" junto con una disertación por parte del secretario general honorario de Tranvías de Barcelona, Alfredo Cazabán, titulada "La digna y noble muerte del tranvía".
- Número 65 (agosto 1972): dedicado al centenario de tranvía (1872-1972).
- Número 120 (marzo de 1977) especial con motivo del 10º aniversario del Boletín.


Portadas:
Las portadas del BOLETÍN INFORMATIVO se caracterizaban por su singularidad. Los números correspondientes al mes de diciembre solía publicarse una imagen relativa a la Navidad. En algunos boletines correspondientes a los meses de enero se hacía alusión en su portada a la entrada del nuevo año. Los correspondientes a los meses de marzo conmemoraban en su portada el aniversario del BOLETÍN INFORMATIVO. En algunos de los correspondientes a los meses de septiembre se hacía referencia en su portada a las fiestas de la Mercè.
Otras imágenes habituales eran cuadros de pintores famosos, panorámicas y lugares emblemáticos de Barcelona, vehículos de transporte público tanto de Tranvías de Barcelona como pertenecientes a otras ciudades. En algunas ocasiones hacían referencia a festividades y a estaciones del año. A partir del número 138 correspondiente a mayo de 1978 hasta su desaparición en diciembre de 1980, se publicó la colección de 56 postales de tranvías, autobuses y trolebuses editadas con motivo del centenario del tranvía.


Series:
Una de las series habituales fueron las de historietas infantiles. A partir del número 14 (mayo de 1968) la publicidad de la penúltima página dio paso a "Los Picapiedra", que se publicó hasta  el boletín número 35, de febrero de 1970. A partir del número 36 de marzo siguiente le sustituyó "Rock", el cual tuvo una vida muy efímera hasta el número 39 de junio siguiente. Sin embargo, ello dio paso a la serie más mítica y duradera, la del personaje ideado por el dibujante Manuel Cáceres Zulueta llamado "Busito", sobre las aventuras de un niño que iba uniformado de empleado de autobús. Empezó a publicarse a partir del número 40 de julio de 1970. Su éxito motivó la fabricación de un muñeco peluche de Busito que se vendía en las oficinas de la ronda de San Pablo. Su venta se anunció a partir del boletín número 47 de febrero de 1971. La serie de dibujos terminó en el número 113 de agosto de 1976. Esta sección fue sustituida por una de viñetas de humor que se mantuvo hasta el último número de 1980.
Otra serie interesante fueron los apuntes al natural del dibujante taurino José Domínguez del periódico "El Noticiero Universal", entre los números 14 (mayo de 1968) y 73 (abril de 1973). Posteriormente esta serie de dibujos fue sustituida por las caricaturas de empleados de la Compañía a cargo del dibujante Antonio Roura Ponte.
Además de series gráficas, también hubo series integradas en forma de secciones relativas a la historia y descripción del material móvil de tranvías, metro, autobuses y trolebuses de la Compañía, además de vehículos de empresas independientes de autobuses que operaron en Barcelona.


Secciones:
El Boletín tuvo muchas secciones, las cuales fueron evolucionando con el paso de los años. Unas se mantuvieron siempre y prácticamente intactas como estructura fija e ineludible, y otras se fueron incorporando a medida que la revista prosperó y aumentó el número de páginas. Anteriormente ya se ha hecho referencia a algunas secciones, por lo que se evitará repetirlas para tratar aquellas de las que no se ha hecho mención.
Las secciones culturales e históricas fueron muy importantes y las que, en definitiva, otorgaron ese nivel de calidad inigualado. Es por ello que, actualmente, el Boletín es una rica fuente de información de consulta para la escritura de artículos y como manual para investigaciones históricas. Uno de los autores más destacados fue Alfredo Cazabán con sus artículos de historia de los transportes públicos urbanos de Barcelona y de los sistemas de transporte barceloneses. Igualmente interesante fueron las aportaciones de Jaime Girbau en su apartado "Turismo en autobús", en el cual se ofrecían interesantes rutas turísticas, históricas y culturales por Barcelona. Otros apartados destacados fueron "Algunas cosas", "Barcelona en el recuerdo", "Del locomóvil al tranvía", "Discos", "Historia del automóvil, marca por marca", "La filatelia es", "Libros recomendados", "Música", "Nuestras regiones", "Orden evolutivo", "Pesca-excursionismo", "Poesía" y "Sucedió en".
La secciones de pasatiempos constaba de numerosos adeptos a los juegos. Destacaron principalmente "Concurso de crucigrama", "Concurso de signorama", "Concurso ¿quiénes son ellos?", "Paso de rey", "Passatemps catalans", "Las fotografías de nuestros lectores" y "Adivine el personaje".
Una sección singular fue la femenina, bajo el nombre de "Solo para ellas", donde debe reconocerse las numerosas connotaciones machistas de la época al ofrecer una imagen bastante tradicional de la mujer, ya que se hacía reiterada relación hacia temas sobre la belleza, la moda, la salud, la cocina, los hijos y el hogar.
En relación a los transportes, la sección "Nuestras líneas" daba a conocer las líneas de autobús, una por una, mediante la entrevista a conductores y cobradores en pleno servicio. De este apartado se encargaron Ángel Guallar, y posteriormente Jordi Ibáñez y Juan Antonio Solsona. Como fotógrafos participaron Ciuret y Brangulí.
Otras secciones fueron "Barna-Bus" (de actualidades del transporte de Barcelona), "La medicina en una página" (acerca de temas de salud) y "Su destino" (sobre horóscopo).


Las imágenes han sido extraídas del BOLETÍN INFORMATIVO. Colección particular del autor.

Algo está pasando en Barcelona

$
0
0

Antes de proceder a publicar un artículo semanal de historia local como es mi costumbre, permítanme hacer un pequeño inciso acerca de unos hechos vividos en Barcelona. El pasado sábado día 31 de mayo, coincidiendo con mi cumpleaños, fui con mi hermano, mi cuñada y dos amigos al Museo de Cera para disfrutar del espectáculo llamado Horror Experience, que se organiza cada sábado entre las 20:00h. de la tarde hasta las 23:50h. de la noche. Atracción recomendable para quienes quieran deleitarse con algo distinto durante el fin de semana, al salir del recinto fuimos testigos de un desagradable incidente.
Estando a punto de marchar para reunirnos con otro amigo nuestro e ir a cenar todos juntos, nos vimos obligados a tomar una alternativa con motivo de los fuertes altercados acaecidos en la Rambla entre manifestantes y la policía. Antes de entrar al museo, los helicópteros sobrevolaban el cielo barcelonés y las furgonetas policiales corrían por Colón. Parecía cocerse algo grave. Al salir del espectáculo nos esperaba el auténtico Horror Experience, sin actores, en vivo y en directo. A la altura de la calle del Portal de Santa Madrona, al lado del Centre d'Arts Santa Mònica, se concentró una inmensa multitud de gente protestando por los sucesos provocados por el desalojo del centro social okupado Can Vies, del barrio de Sants. 


Las estatuas humanas, intuyendo que peligraba su integridad física, decidieron muy prudentemente recoger sus cosas y marcharse corriendo Rambla arriba. Entre la multitud, los reporteros equipados con sus cámaras y provistos de un chaleco que los identificaba como tales, iban recogiendo imágenes de lo que se avecinaba. Cortando el paseo había un cordón formado por furgonetas y agentes de los Mossos d'Esquadra a punto de entrar en acción. Yo y un amigo mío nos acercamos, tal vez demasiado, como el gato que murió por curiosidad, a ver qué pasaba. De pronto, la marabunta humana empezó a correr y se oyeron los primeros disparos hacia el cielo. Ambos corrimos de nuevo hacia el museo. El acceso por el pasaje de la Banca, que dispone de unas rejas para su precinto nocturno, fue cerrado anticipadamente por los empleados del mismo museo por razones de seguridad. Tras nosotros, un grupo de turistas muy asustados se quedaron al otro lado. Sin embargo, debido a que una de las empleadas, la que disfrazada de bruja repartía folletos a la salida de la Rambla, quedó fuera, se abrieron las rejas para que pudiera entrar, oportunidad que dichos turistas aprovecharon para salvaguardarse del peligro.


La calle parecía una batalla campal, un estado de sitio, una pequeña guerra civil. Evocaba sin exagerar a la Semana Trágica de 1909 o a los Hechos de Octubre de 1934. Nada ha cambiado y la historia se repite, el pueblo contra los mandatarios, los dominados contra los dominantes, los que claman libertad y justicia contra quienes quieren imponer aquello que denominan paz y orden. Está claro que todo esto es síntoma de una crisis que va más allá de la económica. Algo debe cambiar, pero por lo visto algunos pretenden restablecer nuevamente lo que había antes, aunque ya no funcione y nos haya llevado al desastre, porque esos así seguirán viviendo bien y no perderán sus privilegios. Solo se prolonga la agonía de un modelo insostenible y agotado.
Finalmente, los empleados del museo nos abrieron el acceso del pasaje que da a la calle Ample, donde todo el mundo, tras casi media hora atrapado, logró escapar. Más tarde quedamos con otro amigo, cenamos bajo un ambiente tranquilo y agradable, y disfrutamos de la velada con buena comida. Fue una recompensa al susto.


Lo más indignante vino después. Los medios de comunicación hablaron de estos sucesos como si no hubiesen sido importantes, sino un leve incidente puntual. Está claro entonces que dichos medios se hallan controlados y manipulados. Cada cadena de televisión y cada cabecera de periódico pertenece a un partido o bien simpatiza con alguno. Son a efectos prácticos los portavoces de quienes nos gobiernan. No existe la objetividad periodística. Todo es subjetivo y nos quieren ofrecer una visión del país en función de sus valores. La televisión y la prensa resultan un espectáculo como el cine, donde ves y sientes aquello que quiere el director que veas y sientas. Se busca fabricar una imagen determinada y tergiversada de la realidad, enseñar solo lo que interesa, evitar comprometer a quienes parecen ser intocables, transmitir a las gentes unos sentimientos concretos y, probablemente, crear enemigos que no existen y conflictos donde no los hay. Mentir está mal, pero decir medias verdades es todavía peor porque ello solo sirve para modelar la realidad a unos intereses, llegando a forjar un imaginario. En definitiva, los medios de comunicación de masas sirven a menudo de herramienta para que las altas esferas nos adoctrinen. Poco o nada sabemos acerca de lo que pasa. Hay miedo a ser claro y objetivo porque se teme a la reacción que nos llevaría a un cambio.


Todos quienes estuvimos allí fuimos testigos presenciales de lo que pasó. Lo vivimos y lo sentimos en vivo y en directo, y ni las imágenes televisivas ni los comentarios periodísticos se acercaron al corazón de los hechos. Pretender desacreditarnos aduciendo que por el hecho de estar sometidos al filtro del miedo y la angustia vimos las cosas exageradamente y magnificadamente solo puede ser argumento de una mente cicatera. Si quieren averiguar la realidad por ustedes mismos, salgan a la calle y acérquense aunque solo sea un poquito a la boca del lobo. Luego saquen sus propias conclusiones.

El funicular de Miramar al castillo de Montjuïc (I): historia (1929-1981)

$
0
0

Si bien nos ha llegado hasta nuestros días el funicular del Paralelo al parque de Montjuïc, la mayoría de las nuevas generaciones desconocen que entre 1929 y 1981 existió un segundo funicular que, partiendo de la misma estación superior que la anterior línea, llegaba hasta las inmediaciones del castillo. Perteneciente a la Sociedad Anónima Funicular de Montjuich, su impulsor fue el abogado y bibliógrafo Elies Rogent Massó, nieto del arquitecto Elies Rogent Amat y socio fundador de la empresa Ferrocarriles de Montaña a Grandes Pendientes, que explotaba el cremallera y los funiculares de Montserrat. Debido a su muerte prematura en 1924, el proyecto de los funiculares fue continuado por su padre Josep, su hermano Joan y su viuda Dominga Parés.
A los pocos meses de iniciarse la construcción del funicular del Paralelo al parque de Montjuïc, el 10 de enero de 1927 se presentó una solicitud para la concesión del funicular hasta la falda del castillo. El trazado transcurriría dentro de las llamadas "zonas polémicas", lo que obligaba a pedir autorización al primer ministro de la Guerra y el capitán general de la Cuarta Región. El informe pasó primero a Capitanía General, donde se dio el visto bueno favorable a la concesión. Según el Reglamento de obras, servicios y bienes municipales del 24 de mayo de 1878, correspondía a los ayuntamientos la aprobación de los proyectos de ferrocarriles y tranvías. Por ello, este funicular se convirtió en el primero de concesión municipal.


El 7 de enero de 1928 la Capitanía General aprobó que se llevara a cabo su construcción pero bajo unas condiciones. Dado su carácter público, la estación superior se emplazaría en la primera zona polémica y su altura no sobrepasaría la plataforma superior de un depósito de agua que había allí. Debajo de esta estación, en las bóvedas de los túneles se instalarían unas cámaras de mina para dinamitar las obras en caso de que fuera necesario, por ello los materiales del edificio serían muy sencillos, fácilmente destructibles en una situación de fuerza mayor. Por cuenta del concesionario, se construiría un cercado de verja de espinas artificiales que, partiendo de la carretera militar en el castillo, seguiría la línea de postes del pie del glacis de todo el castillo a fin de evitar el acceso del público. El coste total de su construcción sería de 961.837,75 pesetas y el plazo de concesión de sesenta años. El 4 de agosto siguiente se presentó el pliego de condiciones particulares con el visto bueno favorable de los Servicios Técnicos Municipales, de la Capitanía General y del Comité de la Exposición. Veintitrés días después, el pliego pasó a manos de la Delegación de Obras Públicas, la cual, cuatro días más tarde, pidió a la Comisión Municipal Permanente que el alcalde de Barcelona formalizara la concesión de otorgamiento mediante escritura ante notario.


La Comisión de Obras Públicas informó del dictamen y en sesión del 5 de enero de 1929 el Pleno del Ayuntamiento aprobó la concesión del segundo funicular. Diez días después, el solicitante abonó 26.995,40 pesetas de fianza al Depósito Municipal para garantizar el cumplimiento de las obligaciones de construcción. El día 30 siguiente del anuncio de la concesión se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia.
El 28 de marzo siguiente se iniciaron las obras de construcción, muy breves porque el trazado era corto y a cielo abierto y no había necesidad de perforar un túnel, lo que ahorraba tiempo y esfuerzos. El 13 de julio siguiente los Servicios Técnicos Municipales informaron al Ayuntamiento de Barcelona y al capitán general que las obras de construcción se habían acabado y que se podía proceder a reconocimiento.
Finalmente, el 23 de julio de 1929, a las cinco y media de la tarde, se hizo el acto oficial de inauguración de la línea. Los invitados que asistieron a la ceremonia fueron diversos, entre los que cabe destacar los ingenieros municipales Tena, Cabestany y Calopa; el gobernador del castillo de Montjuïc, Suárez Deza; el ingeniero de la División de Ferrocarriles, Ignacio de Salas; el conde de Güell, Joan Antoni Güell López, y el ingeniero de Tranvías de Barcelona, S.A., Mr. Curtis. La comitiva fue cordialmente recibida por los miembros del Consejo de la sociedad. Estaban presentes los señores Josep Balcells (Presidente del Consejo), Josep Rogent (consejero delegado), Emili Echevarría (ingeniero jefe), Santiago Torrent (secretario) Josep Nolla (consejero), Joaquim Uriach (consejero), Joan Rogent (consejero) y Ramon Surinyach (consejero). Todo el mundo se dirigió a la estación inferior a través del vestíbulo de la estación Miramar. Unas escaleras mecánicas permitían el acceso a la nueva estación, ubicada al lado de la sala de máquinas. Allí esperaba uno de los dos coches que partió con destino a la estación Cumbre. Después de contemplar la panorámica de Barcelona, la comitiva hizo el viaje de bajada y a continuación fue compensada con un lunch ofrecido en una de las tres terrazas de la estación inferior.


Al día siguiente, a las cuatro de la tarde, el servicio se abrió oficialmente al público. El horario establecido fue de las 7 de la mañana a las 12 de la noche en ambos sentidos de circulación. Los intervalos de paso eran de 10 minutos los días laborables y de 6 minutos el domingo y los días festivos. La coordinación de las dos líneas del funicular era tal que si, por ejemplo, una detenía el servicio aunque fuera por una avería, la otra, a pesar de estar en buen estado, también lo hacía. Como excepción, sólo para necesidades del personal militar del castillo ya petición de éste, la segunda línea podía prolongar el servicio.
Los usuarios eran mayoritariamente militares y habitantes de los barrios de barracas de la montaña. La rentabilidad de la nueva línea parecía asegurada, pues la Sociedad General de Edificación Urbana preveía construir 1.200 viviendas, de manera que los nuevos residentes se convertirían en clientes potenciales. Por diversas razones, el proyecto jamás llegó a hacerse.
El 14 de julio de 1930 fue abierto el parque de atracciones Maricel-Park. Este nuevo espacio de ocio expedía hasta el año 1935 un billete especial combinado que incluía el viaje con los dos funiculares y la entrada al recinto. De hecho, el mismo Josep Rogent promovió su construcción como un atractivo turístico y colaboró con la empresa gestora, la Sociedad Anónima Parks, en la cinstalación de una línea eléctrica alimentadora de las atracciones del parque.


Durante la Segunda República el funicular registró unos índices de recaudación aceptables. Las tarifas no experimentaron ningún incremento, lo que repercutió en un aumento de usuarios. Las familias y los grupos de excursionistas que iban a pasar el día en la montaña los domingos y festivos, a pesar de que la mayoría de merenderos habían desaparecido, eran las que utilizaban habitualmente este funicular. Y los que se convirtieron en pasajeros asiduos eran los más de 6.000 habitantes de la montaña que vivían en barracas. La recuperación del castillo para la ciudad permitió su conversión en patrimonio histórico y el abandono de su función de fortaleza militar. El traspaso de competencias motivó la presentación de varios proyectos sobre posibles usos del recinto, los cuales resultarían beneficiosos de cara a incrementar el pasaje del funicular, a pesar de disfrutar del público que iba al Maricel-Park. Cuando este parque de atracciones celebraba concursos, verbenas y otros eventos, el servicio se reforzaba.
A pesar de los beneficios económicos, las huelgas convocadas por sindicatos de trabajadores fueron muy habituales, hasta el punto de ocasionar numerosas interrupciones del servicio.


Con el estallido de la Guerra Civil, la explotación pasó a depender de un comité formado por los mismos obreros de la sociedad, adheridos a la federación de Comunicaciones y Transportes de la CNT y, a su vez, integrados en el Sindicato Único Ramo Transportes (SURT). El Consejo de Administración se disolvió y sus miembros se vieron obligados a marcharse. La nueva denominación de la sociedad bajo control sindical fue CNT Transportes Públicos Urbanos. Sindicato de Comunicaciones y Transportes. Comité de Control. Funicular de Montjuich. Tras el apoderamiento sindical, el servicio se volvió a normalizar. En varias asambleas se adoptaron medidas de mejoras laborales, como la reducción de la jornada semanal, la regulación salarial y más prestaciones en el ámbito sanitario. El castillo fue recuperado nuevamente por el ejército y volvió a funcionar como prisión militar, lo que condicionó la rentabilidad de la línea. Como se trataba de una zona militar, en cualquier momento existía la posibilidad de que el ejército se apoderara de las instalaciones. El 5 de octubre de 1936 fue abolido un decreto de apertura a la municipalización de los transportes públicos, lo que habría facilitado un mejor control. La CNT reaccionó e hizo que los ámbitos gubernamentales acusaran a los oficiales de la Escuela de Guerra y los funcionarios del castillo de Montjuïc de no pagar los billetes del funicular.
El 17 de febrero de 1937 comenzaron los bombardeos sobre Barcelona. La interrupción del servicio fue cada vez más habitual. En la montaña de Montjuïc el aumento del chabolismo experimentó un frenazo a medida que la guerra avanzaba, ya que un 90% de los residentes se vieron obligados a marchar porque el terreno era objeto de bombardeos. Se llegaron a construir hasta 64 refugios antiaéreos. El parque de atracciones Maricel-Park fue clausurado y ya no volvería a abrir nunca más sus puertas.


Para proceder a la inspección mensual de las instalaciones no había ningún funcionario cualificado. Además, los gastos de conservación de la vía, los cables y del resto de material eran considerables. Las limitaciones impuestas por el conflicto bélico redujeron los pasajeros, que prácticamente sólo eran militares, familiares y amigos de los reclusos del castillo y los colectivos con tarifas reducidas. El 2 de junio de 1938 la empresa pasó a llamarse Funiculares de Barcelona Sociedad Anónima, y solicitó un incremento de las tarifas hasta un 60% debido a su elevado déficit, no pudiendo satisfacer los impuestos y parte de las nóminas, además del aumento de precio del fluido eléctrico. El servicio sólo funcionaba dos días a la semana.
Bajo el régimen franquista los sindicalistas abandonaron la dirección y provisionalmente fue nombrado un nuevo administrador de origen italiano, el cual se mantuvo en el cargo hasta que los antiguos miembros del Consejo de Administración volvieron a ocupar sus lugares. La empresa recuperó su antigua denominación.
Después de once meses de inactividad, se reanudó el servicio del funicular y las inspecciones mensuales, las cuales demostraron que tanto las instalaciones como el material móvil estaban en perfecto estado de conservación y funcionamiento. Sin embargo, los inicios fueron complicados. Se restablecieron provisionalmente las tarifas vigentes durante el régimen republicano y los mismos horarios e intervalos de paso, pero el pasaje era bastante escaso, generando un déficit económico creciente. La mayoría de personas hacían los desplazamientos a pie ya que preferían ahorrar para otras necesidades básicas, como por ejemplo las alimentarias. La imposibilidad de obtener beneficios impidió una mejora salarial de los trabajadores y desde el año 1936 se dejó de pagar al Ayuntamiento de Barcelona la participación correspondiente para la explotación del funicular, que era de concesión municipal. Por ello, el 1 de diciembre de 1938 se presentó una propuesta de incremento de las tarifas, aprobada un año después pero con carácter transitorio mientras no se normalizara el nivel general de precios.


Durante los primeros años de la posguerra, a la falta de rentabilidad se añadieron las restricciones que conllevaron drásticamente reducciones del servicio. Las constantes averías y la escasez de energía eléctrica hicieron que se suspendiera el servicio varias veces. No se podían obtener repuestos en el extranjero por el aislamiento que sufría el país. Las piezas que se necesitaban se tuvieron que fabricar artesanalmente, aunque fueran de calidad inferior a las originales de importación. En el taller de la estación Paralelo no era posible llevar a cabo todas las reparaciones necesarias. Por ello, se estableció un acuerdo con Ferrocarriles de Cataluña, S.A. porque estas operaciones se llevaran a cabo en sus talleres de Sarrià. Gracias al ingenio del equipo técnico, los convoyes siguieron funcionando como pudieron y con las menores molestias para los pocos usuarios que tenían.
La línea del castillo no era rentable ni recuperó las cifras obtenidas de años atrás a causa del cierre del parque de atracciones Maricel-Park, entonces desmantelado y ocupado por barracas. Una parte de los usuarios eran los chabolistas que vivían en los alrededores del funicular. Otros eran familiares y amigos de los reclusos del castillo y militares, básicamente soldados y oficiales de baja graduación que gozaban de un billete especial a precio reducido. Los presos que iban a cumplir condena, acompañados por una pareja de la Guardia Civil que los escoltaba, también lo utilizaban para acceder al castillo. El perfil de los usuarios generó cierto recelo a la hora de viajar. La mala fama creada llevó el funicular a un desprestigio y a convertirse en un servicio de transporte marginal.


Las restricciones forzosas todavía eran frecuentes, por lo que no se podían cumplir los horarios como debía. El número diario de salidas era muy variable, en función de los recursos disponibles. Esto repercutió en un progresivo descenso del número de pasajeros. La montaña era un espacio degradado dominado por chabolismo, y sólo la gente que vivía era usuaria habitual, pero estos pasajeros no eran suficientes para obtener beneficios. El creciente desinterés provocó la desaparición de diversos equipamientos por falta de visitantes.
El estado de degradación al que había llegado la línea obligó a la empresa a remodelarla, junto con el funicular al Paralelo. Prácticamente desde su inauguración no había sido revisado a fondo, salvo reparaciones puntuales que los habían mantenido en óptimas condiciones de servicio. Gracias a un acuerdo establecido con el Ayuntamiento de Barcelona, una parte del presupuesto de los planes urbanísticos de Montjuïc incluyó la recuperación de estos medios de transporte con el propósito de potenciarlos nuevamente como sistemas de acceso rápido, cómodo y directo a la montaña. En 1964 se procedió a una puesta a punto. Las obras duraron un año y el 13 de octubre de 1965 el Consejo de Administración de la sociedad convocó la prensa nacional, local y extranjera así como las principales emisoras de radio para hacer una visita organizada por las renovadas instalaciones. Los visitantes fueron recibidos y atendidos por los diversos miembros de la sociedad.


La visita se inició en la línea del Paralelo a Miramar y después se hizo transbordo a la línea del castillo. El acto terminó con una detallada explicación a la prensa y la radio por parte de los representantes de la sociedad sobre las obras de remodelación de los dos funiculares. Al día siguiente, el 14 de octubre de 1965, se celebró la reapertura oficial con la participación de las autoridades, el alcalde de Barcelona y los miembros de la sociedad.
La progresiva erradicación del chabolismo comportó una pérdida de población y una notable disminución de los usuarios más fieles. Buena parte de las visitas a los lugares de interés de la montaña se hacían durante los fines de semana y días festivos, lo que generaba un grave déficit en los días laborables. El 17 de junio de 1970 se inauguró el tramo Atarazanas-Pueblo Seco de la línea III de metro con la integración del primer funicular. La posibilidad de poder ir desde el centro de Barcelona hasta la cima de Montjuïc con el metro y los funiculares en pocos minutos hacía en parte realidad el antiguo proyecto frustrado del tranvía subterráneo de la Rambla al Paralelo. Cinco días después se inauguró el nuevo teleférico de Montjuïc, un sistema de telecabina que, partiendo de la estación Miramar, efectuaba parada en el Mirador del Alcalde y el castillo. Respecto al funicular, tenía la ventaja de ser más moderno, más atractivo por sus vistas panorámicas y más accesible por el hecho de que finalizaba en el interior mismo del castillo. Por tanto, este nuevo medio de transporte de ocio sería el responsable de condenar a una pronta desaparición el funicular al castillo.


Dada la delicada situación en que se encontraba la Sociedad Anónima Funicular de Montjuich, el 2 de marzo de 1971 se llegó a un acuerdo definitivo para la municipalización de las dos líneas de funicular, con el traspaso universal o en bloque de todo el patrimonio la S.P.M. Ferrocarril Metropolitano de Barcelona, S.A. A partir del 7 de junio de 1972 comenzaron a funcionar bajo control municipal, sin cambios en la oferta, ya que tanto los horarios (de las nueve de la mañana a dos y media de la tarde) como los intervalos de paso (de 5 a 15 minutos) fueron los mismos.
Durante los dos años siguientes el servicio consiguió un ligero y progresivo incremento de pasajeros y de recaudación. La montaña de Montjuïc se iba recuperando poco a poco como espacio de paseo y ocio, incluso de interés turístico. Entre 1974 y 1978 las tarifas no variaron a fin de equipararlas con las de otros servicios de transporte de la ciudad. Así, por ejemplo, en 1972, el billete sencillo valía el doble que el del metro. De ahí que muchos usuarios optaran por viajar en autobús. Pero a su vez la falta de rentabilidad tampoco aconsejaba rebajar los precios, pues determinados colectivos como los militares disfrutaban de una tarifa reducida.


Durante el bienio de 1975-1976 tanto el pasaje como las recaudaciones disminuyeron a pesar de la inauguración de interesantes equipamientos como la Fundació Joan Miró. La erradicación cada vez más acelerada del barraquismo significó la pérdida de usuarios habituales del funicular al castillo, el cual no podía competir con el teleférico, más atractivo y ventajoso. A menudo los días laborables, los dos coches viajaban con uno o ningún pasajero.
Entre 1977 y 1978 se produjo una cierta recuperación del pasaje y de las recaudaciones, pero las cifras estaban por debajo de las registradas al inicio de la década. El 26 de julio de 1978 un Real Decreto transfirió las competencias estatales del metro a la Generalitat de Catalunya. El traspaso competencial significó detener las inversiones proyectadas por el Estado. Pese a que durante esta década el capital de la S.P.M. Ferrocarril Metropolitano de Barcelona, S.A. se amplió, las inversiones siempre fueron destinadas a la inauguración de varios tramos de la red de metro y a otras mejoras.


Al final de la década los servicios técnicos de la empresa realizaron un diagnóstico para evaluar el estado de deterioro de los dos funiculares, pues desde 1965 no se había llevado a cabo ninguna actuación importante. El material móvil, además de haber envejecido, estaba descuidado y en mal estado de conservación. Maquinaria, infraestructura y estaciones estaban anticuadas y los sistemas de comunicación y seguridad eran muy deficientes, repercutiendo a una peligrosidad para los usuarios. Ante la situación, se redactó un informe que pasó al Consejo de Administración del metro donde se aconsejaba la clausura de las dos líneas, pero su presidenta y también consejera de Transportes del Ayuntamiento de Barcelona, Mercè Sala, rechazó la idea de la supresión alegando el valor histórico y sentimental que tenían los funiculares. Provisionalmente se acordó suspender el servicio, hecho que tuvo lugar el 12 de enero de 1981. Después de estudiar diferentes alternativas, dicho Consejo de Administración acordó que la línea del Paralelo a Miramar se sometería a una remodelación para reabrir reconvertido en un transporte singular de ocio. Sin embargo, la línea al castillo no tuvo la misma suerte, decidiéndose que finalmente ya no volvería a abrir dadas las escasas posibilidades de rentabilidad, quedando su recorrido cubierto por el teleférico.

Fotos: Joan A. Solsona, Arxiu TMB i Arxiu ACEMA

El funicular de Miramar al castillo de Montjuïc (II): aspectos técnicos y de explotación

$
0
0


El perfil de la línea y las vías
La línea tenía una longitud de una sola alineación de 424 metros, un desnivel de 21,4 metros y una pendiente media del 20%. El trazado se iniciaba en la parte superior de la estación Miramar. Desde allí, ascendía por la ladera oeste de la montaña, paralelamente a los antiguos caminos del Verdugo y los Conejos, y llegaba a la estación Cumbre, situada junto a la carretera del castillo, al pie del glacis tras cortar a nivel un camino bastante ancho que circundaba y partía dicha carretera a pocos metros de distancia de la puerta de entrada al castillo. A 12 metros se ubicaba el depósito de aguas enterrado que se construyó sobre el parque de Laribal.
El perfil longitudinal presentaba cinco rasantes: una recta de 0,190 metros de inclinación en 61,16 metros de longitud; una curva de enlace de 2.000 metros de radio y 97,48 metros de proyección horizontal; una recta de 0,139 metros de inclinación en 151,14 metros; una curva de enlace de 2.000 metros de radio y 35,39 metros de longitud en planta, y una rampa de 0,1576 metros en 144,83 metros de longitud. La estación inferior se situaba en 93,75 metros de altitud sobre el nivel del mar y la superior, a 157,06 metros de altitud.
La vía tenía 1 metro de ancho y carriles con cabeza de sección trapezoidal de 125 Mm de altura, 47 Mm de ancho de cabeza y 180 Mm de patín. En medio, tenía unas placas de asiento fijadas por dos tornillos por placa, apoyadas sobre traviesas de roble de 1,80 metros de longitud y 18 x 25 cm de escuadra. Las uniones de los carriles se hacían mediante bridas especiales con cuatro pernos de sujeción cada una. Las traviesas en vía corriente estaban espaciadas por 980 Mm y las juntas de los carriles, colocadas dentro de una capa de grava de 30 cm de espesor, por 240 Mm. Con el objetivo de evitar las juntas, estaban sostenidas por un macizo de mampostería donde iban empotrados unos hierros que impedían el movimiento de ésta. Había también unas poleas de sujeción y una guía del cable. Los soportes de los ejes iban sostenidos por tirantes de hierro plano, fijados por los extremos a las traviesas de la vía.



El sistema de tracción y de seguridad
Para esta línea, la empresa constructora adquirió un motor de 120 CV de potencia a la Société des Ateliers de Séchéron, de Ginebra (Suiza). Estaba instalado en la estación Cumbre, en un piso inferior al puesto de mando (sala de máquinas), y se accedía por una trampilla debido a la falta de espacio. La corriente continua a 750 V llegaba por una línea propia desde la subcentral del tramo inferior. Accionaba mediante un sistema de control y el movimiento del cable, a través de las correspondientes reducciones de engranajes helicoidales. Este motor permitía que los coches llegaran a una velocidad máxima de 14,5 km/hora, con lo que el trayecto se hacía en tan sólo 2 minutos. El cable se retorcía en la polea motriz y la polea de reenvío para obtener la adherencia necesaria. El cabrestante tenía un freno de mano y un freno automático y electromagnético que entraba en funcionamiento si la velocidad pasaba de los 2,5 m/s. El freno podía entrar en acción en todo momento por medio de un pedal situado en la cabina del maquinista. Si el coche descendente iba cargado y el ascendente, vacío, el motor actuaba como generador y servía de regulador de la velocidad, por eso estaba siempre conectado a la línea general.



El material móvil
Como se preveía una afluencia de usuarios más baja que la línea del Paralelo, fueron adquiridos dos coches de aspecto y características casi idénticas a las del anterior funicular. Los bastidores provenían de la suiza Fonderie de Berne y los frenos de la alemana Von Roll, mientras que las cajas fueron construidas por la misma empresa en un taller habilitado en un barracón al lado de la línea, entre el estación Miramar y el cruce de los actuales jardines de Mossèn Costa i Llobera. Como los coches no circulaban acoplados por parejas como la línea del Paralelo, tenían dos cabinas instaladas de manera simétricamente opuesta, donde habían los frenos, uno de mano y uno automático tipo Ruprech con dos pares de mordazas que entraban en acción en caso de ruptura del cable, los mecanismos de apertura y cierre de puertas, el encendido del alumbrado y el silbato.
Cada coche medía 13,50 metros de longitud y 2,50 metros de ancho, tenía dos ejes separados por 7,2 metros y ruedas de 55 cm de diámetro. El peso en vacío era de 11,2 toneladas y en plena carga de 20,95 toneladas. La carrocería era una caja completamente metálica. Exteriormente iban pintados de gris claro en la parte superior hasta la base de las ventanas y de gris oscuro en la parte inferior. El acceso se hacía por cualquiera de las ocho puertas (cuatro a cada lado) de una sola hoja, de accionamiento automático por medio de unos motores de aire comprimido situados bajo los asientos. Además, había dos puertas más de accionamiento manual, situadas en cada testero para casos de emergencia y evacuación de pasajeros. Cada lateral disponía de cuatro ventanas practicables (dobles las de los extremos) más dos ventanillas no practicables situadas junto a cada puerta de acceso. El alumbrado consistía en dos potentes faros situados a la izquierda de cada testero.


La capacidad de cada coche era de 150 pasajeros, 76 de los cuales podían viajar sentados. Los asientos eran bancos de madera longitudinales. El interior tenía una estructura de salón único dividido en cuatro plataformas escalonadas, cada una de las cuales tenía un par de puertas de entrada y/o salida y un par de asientos. Las paredes estaban pintadas de color crema y el techo de color blanco. El alumbrado consistía en unas bombillas incandescentes con tulipa de vidrio colocadas en la parte central del techo.
Años después, las carrocerías fueron repintadas en la parte inferior de color azul oscuro y luego de color verde oscuro, y en 1964 fueron repintadas de color crema en la parte superior y de color azul verdoso en la parte inferior. Si bien en 1968 las carrocerías del funicular al Paralelo se modernizaron, los de la línea del castillo no fueron modificados salvo el cambio del alumbrado incandescente por uno fluorescente.



Las estaciones
La línea constaba de dos estaciones: Miramar y Cumbre. La primera estaba integrada dentro del mismo edificio de la estación de la línea al Paralelo. La entrada principal era por el paseo de la Exposición (actual avenida de Miramar), cerca de la plaza de Dante. Ocupaba los terrenos del antiguo merendero de la Torre Forta. Su diseño, obra del arquitecto Ramon Raventós (autor también del Teatro Griego), se inspiró en el estilo noucentista en armonía con las construcciones de la Exposición Universal. La fachada era neoclásica, simétrica, con dos cuerpos laterales con acolchados y una ventana verticalmente alargada coronada por un ojo de buey, y un cuerpo central con tres grandes puertas de arco de medio punto de acceso al vestíbulo. La parte superior contenía unas balaustradas asentadas sobre una cornisa con coronel, vierteaguas, arquitrabe y cimacio, coronadas por cuatro estatuas del escultor Josep Llitjós.


El vestíbulo era amplio y de líneas elegantes. El nivel inferior estaba ocupado por los andenes de la estación del funicular al Parelelo, cuyo acceso se efectuaba mediante dos tramos de escaleras (una en cada sentido) entre las que se situaba la dependencia que albergaba la maquinaria de tracción. El nivel superior estaba ocupado por la sala de máquinas y por la estación inferior del funicular al castillo. Ésta constaba de un vestíbulo situado sobre la sala de máquinas, a 8,50 metros. Los andenes laterales eran de 3,10 metros de ancho en forma de grada escalonada y 21 metros de longitud. En el centro de las vías había un foso. El techo era una bóveda en pendiente de 30 metros de longitud y 2,70 metros de anchura. La decoración era muy sencilla, con las paredes y el techo de color blanco y recuadros para pegar publicidad. Desde el vestíbulo de la estación Miramar accedía al andén de la estación inferior por medio de unas escaleras mecánicas, complementadas con una ordinaria de tres rellanos.
Durante la rehabilitación de 1964, ambas estaciones adoptaron la decoración de los vestíbulos a la moda de la época. En el edificio de la estación se erigieron dos remontas que eliminaron las cuatro esculturas, en la primera de las cuales se instaló un bar (ampliado posteriormente a cafetería) y en la segunda los nuevos talleres de reparación y mantenimiento del material móvil.


La estación Cumbre se construyó de acuerdo con las condiciones impuestas por Capitanía General, en forma de trinchera. El diseño era muy sencillo, pues el edificio de la estación era una caseta con cubierta a dos aguas de vigas metálicas recubiertas con placas de madera tipo Dion y Uralita, con paredes de muros laterales de sostenimiento revestidos con pasta de papel comprimido y de fácil destrucción en caso de necesidad por parte de las autoridades militares del castillo. La fachada era muy funcional y no tenía ningún tipo de decoración. Los andenes laterales, en forma de grada, tenían una anchura de 3,65 metros y una longitud de 21 metros. Al fondo de estas estaba la sala de máquinas, rodeada por un pasillo, un vestíbulo y el despacho de billetes, que estaba detrás. El pasillo disponía de una escalera que llevaba a una sala de espera y un bar y restaurante con terraza desde la que se podían observar unas buenas vistas panorámicas. Entre estas escaleras y la sala de máquinas había un almacén.
En 1964 la estación fue completamente reconstruida y se doblaron las dimensiones. La fachada, más alargada y asimétrica, disponía de cuatro puertas centrales de acceso coronadas por una marquesina superior de piedra, con aberturas de vidrio laterales y techo plano. Las paredes se revistieron con placas de piedra. En el interior había una amplia terraza destinada a montar un bar que nunca se abrió. La nave de andenes disponía de una sala de espera para empleados y un aseo. Se conservaron las placas que recordaban las firmas constructoras de la parte mecánica (Fonderie de Berna) y eléctrica (Séchéron) del funicular.



Arqueología industrial
Tras la clausura de la línea, las instalaciones fueron abandonadas y posteriormente desmanteladas. El trazado ferroviario fue cortado por la construcción de la nueva calle del Doctor Font i Quer, del cual el inferior se halla enterrado formando parte de los viveros municipales situados justo al lado de los jardines de Mossèn Cinto Verdaguer. En el tramo superior, que forma parte de los jardines de Petra Kelly, todavía se puede apreciar en la montaña el señal del antiguo trazado, ya sin vías, una cicatriz que actualmente es un recuerdo de lo que una vez existió.
De la estación Miramar todavía quedan algunos restos, aunque su acceso se ve interrumpido debido a que las escaleras de subida se hallan parcialmente derribadas. Algunos testigos aseguran que los andenes todavía existen. Sin embargo, la estación Cumbre fue completamente derribada. Por lo referente al material móvil, una vez clausurada la línea, los dos coches permanecieron temporalmente guardados e inactivos, uno en cada estación, hasta que fueron trasladados a unos chatarreros fuera de Barcelona y posteriormente desguazados.



Evolución tarifaria
Tras la inauguración de la línea, las tarifas se decretaron en función del sentido de circulación. Había un billete combinado y tarifas especiales. Los precios de los billetes sencillos eran los mismos para todos, excepto para los obreros y los militares que podían disfrutar de una reducción:
• Subida: 0,30 pesetas
• Bajada: 0,20 pesetas
• Subida y bajada: 0,40 pesetas
El billete combinado permitía pagar una sola vez y utilizar los dos funiculares para hacer un trayecto completo, desde el Paralelo hasta el castillo y viceversa. El precio resultaba un poco caro, ya que era el doble del de subida y bajada:
• Combinado del Paralelo al castillo, y viceversa: 0,80 pesetas
Como el domingo y los días festivos mucha gente, sobre todo de clase popular, iba a pasar el día en la montaña, la empresa estableció unas tarifas especiales a precio más reducido. Estos billetes se vendían hasta las nueve de la mañana:
• Del Paralelo al castillo (subida o bajada): 0,40 pesetas
• Del Paralelo al castillo (subida y bajada): 0,50 pesetas
Para los obreros y los soldados se establecieron unos billetes a un precio sensiblemente más reducido que se vendían los días laborables, de siete a ocho de la mañana. Los obreros eran mayoritariamente chabolistas que vivían en la montaña e iban a trabajar a la ciudad, la mayoría en las fábricas y los talleres que había en los barrios del Raval, Poble Sec y Sants, salvo algunos que se tenían que trasladar al Poblenou. Los soldados que iban al castillo procedían mayoritariamente de la Capitanía General del paseo de Colón. A diferencia de la línea al Paralelo, no existía el billete escolar para los alumnos de l'Escola del Bosc.
• Del Paralelo al castillo (subida o bajada): 0,30 pesetas
• Del Paralelo al castillo (subida y bajada): 0,40 pesetas
Con motivo de la Exposición Internacional de 1929, se creó un abono de 50 viajes a 7,50 pesetas y uno de 100 viajes a 12,50 pesetas. El horario de servicio era de las 9:00h. hasta las 21:30h., con intervalos de paso de 10 minutos, salvo las horas punta que eran de 6 minutos.

Tarifas vigentes entre los años 1929 y 1938 (en pesetas)
Trayectos
General
Obreros y militares
Festivos
Ida
Ida y vuelta
Ida
Ida y vuelta
Ida
Ida y vuelta
Del Paralelo al castillo
0,50
0,60
0,20
0,40
0,40
0,50
De Miramar al castillo
0,30
0,40
0,15
0,20
0,20
0,30
Del castillo al Paralelo
0,40
0,80
0,25
0,40
0,30
0,50
Del castillo a Miramar
0,20
0,40
0,15
0,20
0,15
0,30

Durante la Guerra Civil hubo un aumento temporal de las tarifas como medida cautelar y temporal para frenar el grave déficit empresarial.

Trayectos
General
Especial militar
Ida
Ida y vuelta
Ida
Ida y vuelta
Del Paralelo al castillo
0,80
1,20
0,25
0,50
De Miramar al castillo
0,50
0,70
0,20
0,40
Del castillo al Paralelo
0,60
1,20
0,25
0,50
Del castillo a Miramar
0,40
0,70
0,20
0,40
Abonos de 100 viajes para la 3a sección.....................17,50
Abonos de 50 viajes para la 2a y la 3a secciones.......12,50

A partir del 11 de febrero de 1941 se establecieron unas nuevas tarifas pero de manera transitoria mientras no se pudiesen normalizar debido a los graves problemas económicos derivados del conflicto bélico.

Trayectos
General
Especial militar
Ida
Ida y vuelta
Ida
Ida y vuelta
Del Paralelo al castillo
0,80
1,25
0,25
0,40
De Miramar al castillo
0,40
0,65
0,15
-
Del castillo al Paralelo
0,60
1,25
0,20
0,40
Del castillo a Miramar
0,30
0,65
0,15
-

Tras la adquisición el 7 de junio de 1972 por parte de la S.P.M. Ferrocarril Metropolitano de Barcelona, S.A., las tarifas evolucionaron tal y como se expresa en el siguiente cuadro hasta el cierre definitivo de la línea, el 12 de enero de 1981.

Evolución de las tarifas bajo explotación municipal (cifras en pesetas)
Billete
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
Ordinario laborables
8
8
10
10
10
10
10
10
15
20
Ordinario nocturno/festivos
10
10
12
12
12
12
12
15
20
25
Ida y vuelta laborables
10
10
12
12
12
12
12
15
20
35
Ida y vuelta nocturno/festivos
12
12
15
15
15
15
15
20
25
40
Especial militar
1
1
3
3
3
3
3
4
5
10
Abono mensual
-
-
-
-
-
-
-
100
125
-


Fotos: Archivo ACEMA, Archivo TMB y Archivo CUYÀS (Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya).

Felipe VI: presente y futuro de la monarquía española en el siglo XXI

$
0
0

Como tarradellista debo decir que no soy monárquico sino más bien republicano, lo cual significa que ante un hipotético referéndum votaría con toda probabilidad a favor de la instauración de una República. Sin embargo, aún así respeto a esta institución porque no encuentro razones para odiarla o combatirla. ¿Como catalán que soy es eso una anomalía y debería pedir perdón por ello? Tal vez me guste adoptar siempre una postura diplomática y de cordialidad, algo que yo no juzgaré si es correcto o incorrecto. Sencillamente se deba a mi carácter, pues prefiero adaptarme a las circunstancias y cambiar las cosas desde el entendimiento y la concordia, no a costa de fabricarme enemigos, porque con esfuerzo y voluntad todo es posible. Es más, reconozco que si la Familia Real me invitara alguna vez a la Moncloa yo acudiría, si me otorgaran un título nobiliario lo aceptaría emocionado con mucho gusto, y si coincidiese con una visita de los reyes a Cataluña les estrecharía la mano. Tampoco soy favorable a retirar los títulos de "Comtes de Barcelona", de "Prínceps de Girona" u otros porque no como catalán sino como catalanísimo que me siento de todo corazón, es un privilegio que nos honora y que me enorgullece. Y aún así, aunque algunos les parezca extraño, como he dicho al principio, soy más bien republicano. Y como tal, si fuese presidente de la Generalitat hubiese aplaudido la coronación de Felipe VI con la idea de que la sociedad catalana no es de pensamiento uniforme sino plural, representando con mi gesto a todo el conjunto y no solo a un colectivo. Un aplauso de mis manos que para monárquicos y/o no nacionalistas sería decirles que forman parte de la Nación, y para republicanos y/o nacionalistas e independentistas mostrarles una actitud abierta así como la necesidad de ofrecer un gesto de educación y de esperanza al diálogo. En ese sentido, siempre he dicho que en asuntos sobre modelos de estado, en unos hipotéticos referéndums aceptaré y respetaré lo que la mayoría del pueblo español en general y de Cataluña en particular decida, y que como demócrata a ello me adaptaré, llevando siempre conmigo mis propias ideas en el corazón, sin renunciar a ellas.


Mi actitud no responde a una cobardía, al conformismo o a una postura desfavorable a que nada cambie. Al contrario, por ello vuelvo a insistir en que todo es posible partiendo de lo que disponemos, que no es poco. Como catalán y español, soy totalmente favorable a resolver el conflicto político Cataluña-España así como a la reforma de la Constitución española, revisándola y adaptándola periódicamente a las necesidades que traen los nuevos tiempos para permitir la evolución y la modernización.
Ciertamente la monarquía española fue instaurada como última voluntad de Franco, pero este hecho no convierte en franquistas o españolistas a quienes simpatizan con la Monarquía. Si esta institución es buena o mala dependerá del sentimiento personal y subjetivo de cada persona. Sin ir más lejos, uno de los argumentos por los que el presidente Tarradellas convenció a la clase política para el restablecimiento de la Generalitat, es que esta era de origen monárquico, lo cual automáticamente la hacía compatible con el nuevo reinado de Juan Carlos I. Efectivamente, durante la transición española era esta institución monárquica la que representaba y legitimaba a Cataluña, a su ciudadanía, a su gobierno, a su cultura, a sus tradiciones y en definitiva a su historia. A menudo se acusó al "molt honorable" de doblegarse ante la Monarquía y de renegar de sus convicciones republicanas. A mi parecer ello es falso, pues otras opciones para el restablecimiento de la Generalitat hubiesen sido inviables, de modo que su preservación durante tantos años habría sido en vano y una derrota moral muy fuerte. Se trataba de adaptarse a los nuevos tiempos en un momento de miedo, tensión e incertidumbre. El mango de la paella estaba sujetado por quienes acataban la voluntad de Franco, y la opción era el cambio que supondría el restablecimiento de la Monarquía o bien continuar con el viejo régimen. No existían otras vías alternativas como muchos hubiesen deseado. Para muchos la primera opción equivalía a doblegarse por la fuerza, a bajarse los pantalones, pero el sentido positivo decía que era el mal menor y que con la evolución del país se podrían cumplir muchos de los deseos anhelados que bajo la dictadura fueron prohibidos. En definitiva, siempre hay que recurrir al lado bueno de las cosas, aunque estas no sean del gusto personal. No debe olvidarse que una institución como la Generalitat permitió autonomía y autogobierno, siendo un interés general del pueblo catalán que prevalecía sobre los intereses particulares, y de mayor importancia que el debate monarquía-república. Era preferible el entendimiento y la concordia, mostrar que la sociedad catalana era abierta, receptiva, integradora, dialogante, educada y comprensiva, contraria a cualquier gesto que supusiera hostilidad y enfrentamiento. Bajo esa premisa, el mismo Tarradellas aceptó el título de marquesado de Tarradellas, sin por ello renunciar a su sentimiento republicano ni a representar lo poco que quedaba de un bando derrotado.


Bajo los valores de una democracia todo tiene solución, la cual no se halla únicamente cuando no se quiere. Solo las actitudes inflexibles e intransigentes de quienes quieren blindar sus propios intereses, haciendo creer que son la voz de todos como si la pluralidad no existiese, dañan la convivencia entre territorios e imposibilitan acuerdos. Dicen algunos que la coronación de Felipe VI supone una vez más la continuidad de un modelo impuesto desde el franquismo, una postura en parte real pero también una visión derrotista porque impide ver que siempre es posible cambiar y mejorar, incluso hacerlo desde lo que no ha cambiado. En caso contrario, luchar por un país mejor carecería de sentido. Aunque soy más bien republicano, y lo digo por tercera vez, debería plantearse si ciertos anhelos y aspiraciones se lograrían realmente bajo el paraguas de una Tercera República. Las instituciones que representarían el Estado dejarían de ser Reales, pero la división de la sociedad, la perduración del conflicto entre las llamadas "dos Españas", el denominado "problema catalán" y la consulta por la independencia, la crisis económica y financiera de orden mundial así como los casos de corrupción y enriquecimiento personal por parte determinados sectores políticos sería una herencia ineludible e inevitable, porque ciertamente cambiaría la estructura y el modelo de Estado, pero no las personas ni sus gobernantes. Y ese es el asunto en cuestión, no tanto el territorio y las fronteras en sí mismos sino el pensamiento y la acción directa de sus gentes. ¿A quienes beneficiaria entonces esa nueva República? No busco en ello una excusa para no cambiar. Al contrario, solo quiero alertar que cualquier reforma estatal, sea una República, un estado federal, un estado plurinacional o cualquier otra opción debe de tener como máxima prioridad beneficiar al ciudadano, no a los de siempre.


Al nuevo rey Felipe VI solo le pido que contribuya a la renovación de la Monarquía, de modo que esta no sea vista como una institución elitista, alejada del pueblo, conservadora, catolicista e inflexible ante las grandes cuestiones que plantea el Estado. Para ganar prestigio y retornar la confianza a los españoles, es necesario que se muestre cercana, sensible y preocupada por aquello que las gentes demandan; que sea oyente y dialogante; que fomente la pluralidad ideológica, cultural y lingüística como un enriquecimiento, una fortaleza y una oportunidad para todos; que sea abierta a la modernidad y a la evolución de las ideas, los principios, las creencias, la moral y los valores que tengan cabida en una democracia; que contribuya a la interculturalidad como una herramienta eficaz para acercar distancias y eliminar prejuicios; que pueda arbitrar contra las desigualdades, la intolerancia y la corrupción; que ofrezca todos aquellos instrumentos necesarios para potenciar el nivel y la calidad de vida para situar el país a la misma altura de las grandes potencias económicas; y en definitiva, que sea un buen rey, un buen amigo y con su labor haga de esta institución un ejemplo a imitar y un referente mundial.

Fotos: J.C. Cárdenas (El País), Europa Press, ecorepublicano.es, ellahoy.es


La discreta agonía del teatro Arnau

$
0
0

Hace pocos días, mientras esperaba la llegada de mi autobús en el Paral·lel para regresar a casa, aproveché el tiempo y la ocasión observando y fotografiando la placita de Raquel Meller, situada entre dicha avenida y la desembocadura de las calles de las Tàpies y Nou de la Rambla. El lugar es singular, triste pero a su vez encantador, todavía con ese aspecto y regusto de la Barcelona de antaño. A la izquierda se halla el actual teatro Barcelona Arts on Stage. En el mismo emplazamiento existió el Circo Español Modelo, de 1892, rebautizado el año siguiente como Teatro Circo Español. Algunos aseguran que este fue el primer edificio construido en esta arteria, eso claro sin contar los barracones. Tras incendiarse en 1907, dos años después, una vez reconstruido reabrió como Teatro Español. Tras cerrar en 1980 el edificio albergó la discoteca Studio 54, de la que fui esporádicamente asiduo en mis años de estudiante de bachillerato. Derribado el antiguo teatro, se levantó uno nuevo el cual se inauguró en 1997 como Scenic Barcelona. Su escasa rentabilidad motivó su cierre en el año 2001, hasta que casi una década después, en el 2010, reabrió como Artèria Paral·lel. Desde hace dos años recibe la actual denominación antes citada, también bajo las siglas BARTS. Allá desemboca la calle de las Tàpies, ahora peatonal y totalmente carente de aquella personalidad que la definió. Ni rastro queda allí de lo una vez describió el cronista de Barcelona Sebastià Gash.


A la derecha se halla la cervecería O Vall d'Ouro, también conocida como El Rincón del Artista, por donde pasaron varios artistas del mundo del espectáculo. Haciendo esquina con la calle Nou de la Rambla todavía resiste el mítico Bagdad, una sala de espectáculos eróticos abierta en 1978 y último vestigio de la Barcelona Canalla. Esta calle, antes llamada Conde del Asalto, todavía es una vía comercial muy frecuentada y afortunadamente conserva buena parte de su personalidad, aunque ahora sin sus tabernas, burdeles y tiendas de "gomas y lavajes" que la caracterizaron.
Sin embargo, donde deseo fijar especialmente la atención es en el centro de la plaza, presidido por un edificio apuntalado y cuya fachada se halla cubierta de andamios a la espera de una urgente restauración: el teatro Arnau. Si repasamos un poco su historia, esta mítica sala de espectáculos tiene sus orígenes a principios del siglo XX, si bien unos años antes y en el mismo emplazamiento, sobre 1894, un tal Jaume Estruch regentaba una gran taberna que incluía sala de billares y ocho focos para iluminar la fachada. Casi una década después, aquella vasta construcción de madera fue derribada y en su lugar se erigió un nuevo edificio de obra, diseñado por el arquitecto Andreu Audet Puig, inaugurándose el 28 de octubre de 1903 como Salón Arnau. El nombre del nuevo local se debió a su propietario, Jaume Arnau. Dos años después se añadió una nueva planta. El edificio era exteriormente funcional, con fachada plana, sin decoración ni ornamentos salvo la pieza escultórica que corona la parte superior escalonada. Contiene dos hileras de ventanas, seis abajo y cuatro arriba. La estructura era de madera, con una sala que contenía platea y anfiteatro abierto con barandilla de hierro forjado. Tenía una capacidad para 707 personas.


En sus inicios desarrolló su función como music-hall alternando pantomimas, melodramas, zarzuelas del llamado "género chico" e incluso esporádicamente como sala de cine. Esto último empezó a partir de 1904, combinando varietés durante los intermedios. A partir de 1910, bajo la dirección del empresario Armando Villefleur se dedicó casi exclusivamente al teatro. En aquellos años actuaban personajes como Miquel Borrull y su hija, el cual fundó en 1915 en el antiguo café de camareras Casa Macià un café concert-flamenco llamado Villa Rosa, situado en la calle del Arc del Teatre.
Dada la escasa rentabilidad del local, el 31 de mayo de 1915 fue transformado en sala de cine ofreciendo programas dobles con varietés, previa reforma de la platea. La nueva decoración fue supervisada por el dibujante Feliu Elías "Apa". Su nuevo propietario, Eduardo Blasco, rebautizó el Salón Arnau como Folies Bergère. La nueva denominación se debió por la moda de afrancesar los nombres de los locales de ocio, debida fundamentalmente por la Primera Guerra Mundial. En 1919 el conde de Salvatierra autorizó allí el juego de forma legal y regulada, junto con otras salas teatrales y cafés de Barcelona, precisamente en unos tiempos donde esta afición se hallaba muy restringida y perseguida.


Durante aquellos años, este local dio a conocer en las varietés a numerosas estrellas de la interpretación como Emilia Bracamonte, Mary Focella, La Goytia, Blanca Negri y Roberto Font. Sin embargo, quienes destacaron con mayor fama fueron Enric Borràs, Carles Saldaña Beut, conocido como "Alady", Josep Santpere (padre de Mary Santpere), María Yáñez, más conocida "La Bella Dorita", y Francisca Marqués López, mundialmente famosa como "Raquel Meller". Esta última fue especialmente el alma mater del teatro y debutó allí en 1911.
A partir del 18 de septiembre de 1930, el Folies Bergère volvió a ser nuevamente el teatro Arnau, combinando el cine con music-hall, zarzuela y comedia, si bien su etapa dorada ya había pasado. Su nuevo titular, Francesc Benages, procedió a rehabilitar el edificio, incluyendo la instalación de un equipo Orpheo-Sincronic de disco y banda para la proyección de las primeras películas sonoras. Precisamente se recuerda la película mexicana "Monja y casada, virgen y mártir", estrenada el 25 de mayo de 1936 con un gran éxito comercial, la última vez que acudieron masivamente los espectadores y tantas largas colas formó.


Durante la Guerra Civil el Arnau prosiguió con su oferta de programas dobles de cinematografía alternados con varietés. Ya en plena posguerra, el librero y autor teatral Salvador Bonavia y el maestro de música Jaume Mestres consiguieron reflotar el negocio. Con motivo del estreno de la comedia teatral "La Gilda del Paralelo" el 16 de febrero de 1949, se vivió una pequeña etapa dorada recuperando su viejo ambiente de teatro popular. Otras obras conocidas y de bastante éxito fueron "Del paralelo a las Ramblas" y "La Paralela": Sin embargo, fueron años en los que la censura franquista hizo sus estragos. Así, por ejemplo, en el mismo año 1949 la vedette Matilde Moncusí, conocida como Maty Mont, fue denunciada por la Delegación Provincial de Educación Popular por su vestimenta "indecente" utilizada en su actuación llamada "La marchina del silbido".
Durante los años cincuenta y sesenta continuó con su función de sala de cine y espectáculos, incluso llegando a estrenar películas de manera compartida con los cines Edén y Alarcón. En la década de los setenta vivió la etapa de decadencia que también afectó a buena parte de las salas de reestreno y de los teatros del Paralelo ante el cambio de gustos por parte de las nuevas generaciones que optaban por otro tipo de ocio y entretenimiento.


Finalmente, bajo la dirección del empresario Pepe Buira, el 21 de septiembre de 1982 el Arnau reabrió como teatro de music-hall con la representación de obras de revista, comedia musical y variedades. Abandonó así su anterior función como cine. Entre los años 1992 y 1993 el teatro fue utilizado como plató de grabación del programa televisivo semanal ‘Ven al Paralelo’, presentado por la mítica actriz y cupletista María Antonia Abad, conocida mundialmente como "Sara Montiel". En 1993 la vedette del teatro El Molino Lita Claver "La Maña" se hizo temporalmente cargo del teatro una vez adquirió la mayoría de sus acciones e intentó revitalizarlo con un cambio de programación. Brevemente, entre abril y octubre de 1994 cerró sus puertas al no poderse afrontar los problemas económicos. Tras su nueva reapertura la titularidad pasó a manos de los empresarios Jordi García y José Antonio Puente. En 1995 la compañía teatral Teatreneu programó la oferta de espectáculos como un intento de darle un nuevo impulso y ofrecer musicales de calidad. Pero ante la falta de rentabilidad cerró definitivamente sus puertas a partir del 16 de agosto de 1999. La última representación fue "La venganza de Don Mendo", dirigida por Tricicle.


Desde entonces, tanto las asociaciones vecinales como las entidades culturales promovieron y reivindicaron la reapertura del teatro de cara a la recuperación del Paral·lel. En el año 2006 hubo una ocupación simbólica durante unos pocos días, llegando a celebrarse espectáculos y conciertos para denunciar el estado de degradación del edificio. Ante un proyecto de revitalización de la avenida del Paral·lel como un eje de ocio y espectáculos pero adaptado a las necesidades del siglo XXI, el mismo Ayuntamiento de Barcelona inició en 2007 los trámites para su expropiación. Afortunadamente fracasó un intento de compra y transformación en residencia geriátrica por falta de permisos municipales, hecho que hubiese comportado su derribo. Sus últimos propietarios vendieron el teatro por 1,5 millones de euros a la Iglesia Cristiana China de Barcelona. Sin embargo, al no obtener del distrito de Ciutat Vella las licencias necesarias para cambiar su uso, el Arnau continuó clausurado. 


Actualmente, el Ayuntamiento de Barcelona, propietaria del inmueble desde el año 2011, ha promovido la negociación de la compra por unos 2,5 millones de euros, incluso se rumorea de que se han establecido contactos con una empresa interesada aunque todavía no se han cerrado acuerdos. Aunque se trata de una suma elevada, la concesión a la futura sociedad gestora durante cincuenta años compensaría la elevada inversión necesaria para su rehabilitación. Con la presente remodelación urbanística de la avenida, el Arnau es la asignatura pendiente para contribuir a esta renovación de lo que hubiese podido ser un auténtico Broadway catalán. Hoy día, desapercibido para la mayoría de los transeúntes, languidece y agoniza discretamente entre lonas y andamios. Todavía en la planta baja sobrevive humildemente el bar El Retiro y a su lado, una floristería.
Por el bien, el interés y el fomento de la cultura, es de esperar su pronta resurrección, y que la modesta placita de Raquel Meller vuelva a ser centro de atención ciudadana. Más de un siglo de historia y el recuerdo de los grandes artistas que por allí pasaron merece un final mejor.


Fotos: Brangulí, Centre Excursionista de Catalunya, Institut Municipal d'Història, Ricard Fernández Valentí.

¿PODEMOS o no PODEMOS? Una reflexión personal

$
0
0

Ciudadanos de un lugar llamado mundo: tenemos un plan. Cada vez que oigo hablar acerca de PODEMOS automáticamente me suele venir en mente la estrofa de esta canción del grupo Delafé y las Flores Azules. ¿PODEMOS o no PODEMOS? Esa es la cuestión. La coleta está de moda. Pablo Iglesias está de moda, un nombre por cierto fácilmente recordable porque es el mismo que el del fundador del PSOE. Casualidades del destino. Romper moldes está de moda. Lo alternativo está de moda. Los grandes partidos pierden fuelle y alimentan la aparición de nuevas formaciones, muchas de ellas desgraciadamente populistas con promesas de ofrecer soluciones radicales a los problemas, a la vez que buscan culpables imaginarios para calmar la sed de rabia de la plebe. Pero sin embargo de entre la crisis económica y las convulsiones políticas parece haber salido una formación nueva y fresca, que pretende implantar un estilo de hacer política, diferente, renovado, moderno e innovador.
PODEMOS se ofrece como un partido de regeneración democrática, cuyo rápido ascenso y popularidad responde a la búsqueda instintiva de una formación que rompa con el bipartidismo, ofrezca soluciones diferentes, nuevas y alternativas, y termine con el creciente abstencionismo consecuencia del desencanto hacia la política. Básicamente acapara los votos de la izquierda, pero también integra a muchos nuevos votantes, sobretodo a jóvenes, así como a los militantes desengañados de otras formaciones.


En Cataluña parece que la formación también ha cuajado favorablemente, hecho reflejado en algunas encuestas que asegurarían la obtención de una mínima representación parlamentaria para las próximas elecciones autonómicas. Aunque el partido se ha mostrado favorable a la realización de la consulta del 9N en tanto respetar la decisión de la mayoría del pueblo catalán si este así se pronunciara, no son partidarios de abogar por la independencia. Ello debería tomarse como una lectura nada dramática sino positiva, puesto que un partido nacionalista más ya nada nuevo puede aportar, salvo uniformidad de discurso y aburrimiento. Está claro que no toda la sociedad catalana es independentista, con lo cual ahora debería de haber un mayor equilibrio entre las fuerzas políticas del Parlament entre nacionalistas y no nacionalistas. Ante un discurso cada vez más uniforme tanto de catalanistas como de españolistas, donde cada vez más se respira en el ambiente la sensación de que para ser buen catalán o buen español es obligatorio pensar de una manera determinada, defender ciertos valores y acatar conductas concretas, todo ello bajo la amenaza de ser un botifler o un desafecto a la patria en caso de discrepancia, ahora toca no una “tercera vía” sino una “vía X” que dé oxígeno a la ciudadanía. Sería un deseo para muchos que PODEM (denominación del partido PODEMOS en Cataluña) lograra ofrecer esa imagen amable de España que tanto se echa a faltar. Es necesario abrir un oasis de entendimiento y de concordia ante un inmenso océano de bombardeos mediáticos basados en el Espanya ens roba y otras afirmaciones similares. Su gran reto será si resultará una alternativa real, positiva y constructiva, como la que Tarradellas hubiese deseado.


A nivel general, tanto en el ámbito catalán como en el español, si PODEMOS desea triunfar en el futuro como formación política, deberá de ser un partido cercano, capaz de dialogar con las gentes e incluso delegarles poder de voz para establecer un equilibrio real entre el político y el ciudadano, con un trato no de superior a inferior sino de persona a persona y de igual a igual, aunque uno sea el gobernante y el otro el gobernado. Las decisiones, grandes o pequeñas, deben ser el resultado participativo de todo el mundo y no de unos pocos. Es regresar a la esencia de la democracia real, generar a las gentes anónimas y sencillas de a pie la sensación de que forman parte de un gran proyecto y que son importantes y decisivas de verdad. En definitiva, es generar ilusión. En cuanto al aspecto económico, no se trata tanto de eliminar el sistema capitalista sino de mejorarlo y adecuarlo a valores sociales, para garantizar una óptima calidad de vida a las personas y a su vez un nivel de vida que contribuya a la disminución de las diferencias de clase. Aunque todavía algunos se empeñen, no será posible salir de la crisis restableciendo el mismo modelo que nos ha llevado a la ruina, basado en la especulación como economía, el sobreconsumo como cultura y el petróleo como energía, beneficiando solo a los de siempre y llevando a grandes desequilibrios territoriales. Es necesario un modelo nuevo que genere riqueza y bienestar, que facilite el acceso a la enseñanza, a la cultura, a la información, a la sanidad y a la educación, que permita el acceso al trabajo sin discriminación alguna, y que a su vez apueste por el respeto al medio ambiente.


Asimismo, si PODEMOS desea triunfar sin duda deberá evitar tres grandes obstáculos contra los cuales tendrá que luchar desenfrenadamente para mantener ese nivel de credibilidad. Basta que muestre debilidad en alguno de ellos para que automáticamente deje de ser un "partido diferente" y desaparezca del mapa político de un plumazo. En primer lugar, la corrupción no tendrá cabida alguna. La honradez, la transparencia y la honestidad serán tres valores fundamentales para no terminar disuelto como una formación política más. Es importante terminar con la idea de que el político es aquella persona dedicada solo a mandar y a enriquecerse. En segundo lugar, para que su programa social dé los resultados esperados, debe evitarse caer en la hipocresía, la demagogia y los falsos progresismos. La política llamada "de izquierdas" funciona solo y si solo parte de objetivos reales y alcanzables en vez de prometer metas que de antemano son inviables. En ese sentido, en realidad no se trata tanto de ser de derechas o de izquierdas, sino más bien de evitar el populismo y la radicalidad ofreciendo a cambio soluciones que la sociedad sea capaz de asumirlas e interiorizarlas como un valor humano, hecho que así contribuye al progreso de la civilización, a superarnos en el día a día y a ser mejores ciudadanos. Y en tercer lugar, el chantaje ideológico y la política "de etiquetaje" deberán brillar siempre por su ausencia. Nadie tiene posesión de la verdad. Nuestra condición humana nos hace imperfectos y por tanto, cometemos errores y somos criticables. Es mala costumbre el tachar de "facha" o de "malo" a quien no comulga con ciertas ideas como si unos fuesen comisarios de la verdad o mejores que los demás. Permitir la crítica y hacer autocrítica reforzará esa idea de humildad tan necesaria en unos tiempos en que no existen términos medios sino los extremos.


Todavía es muy pronto para sacar grandes conclusiones. La cuestión es si logrará esa fuerza necesaria para tener el poder de decisión o si bien será solo una moda pasajera mientras dure la crisis. Mejor o peor, creíble o farsante, bueno o malo, moderado o radical, el caso es que a los grandes partidos les inquieta su presencia, de ahí que para no perder la hegemonía hayan procedido a la fórmula tradicional de la campaña de descrédito. El fenómeno PODEMOS solo acaba de empezar.

Fotos: Efe, Gesop, Iniciativa a Debate, Podemos, Raco Català.

Recordando a Charlot's, el otro Charles Chaplin

$
0
0

Si un artista ha sido probablemente el más imitado de la historia mundialmente tenemos que hacer referencia inequívoca al polifacético actor y cineasta Charles Chaplin. Y en ese sentido nuestro país no es una excepción sino todo lo contrario, pues el primero en aventurarse a ello (aunque en realidad todos quedaban muy lejos de acercarse o igualar al original, salvo el payaso Charlie Rivel) fue Carmelo Tusquellas Forcén.
Nacido en Barcelona el 11 de noviembre de 1893, este personaje combinó sus dotes artísticas con su profesionalidad al frente de un barrio que él mismo creó. Se dice que su vocación despertó alrededor del año 1906 al ver un espectáculo cómico celebrado en la plaza de toros del Torín, con motivo de las fiestas mayores de la Barceloneta. Concretamente fue una mojiganga, es decir, una representación satírica con varios disfraces combinada con corridas de toros procedentes de las cuadrillas de Juan Vila "Cachirulo" y Juan Llache "Grabat", diestros en aquel entonces muy populares.


Desde muy joven se inició en el mundo de la tauromaquia como novillero, siendo conocido como "Relojero". A partir de 1909 y durante quince ejerció años de matador, cobrando cinco mil pesetas por sus actuaciones, entre ellas en municipios como Ripoll, Vic y Manlleu cuando allí todavía existía tradición taurina. En invierno del citado año actuó en Barcelona junto al diestro Daniel Martínez "Pinero".
Al comprobar sus dotes histriónicos en la arena del coso y las posibilidades que ofrecía el toreo cómico decidió cambiar completamente de registro y especializarse en este espectáculo alternativo, más cercano a todos los públicos. El empresario Eduardo Pagès, entonces titular de la plaza de toros de Las Arenas y de otras plazas en Sevilla, San Sebastián, Bayona, Gijkón y Valladolid, tuvo el sueño de invitar al auténtico Charles Chaplin a la plaza para que actuara, tras haber sido posible traer en 1912 al actor cómico Max Linder, pero desgraciadamente no fue así. Acerca de esta pretensión, Tusquellas tuvo noticia de ello por en una visita que hizo a su amigo torero Marcelino Galí Campos "Paja Larga" en un quiosco de bebidas llamado "El Champurro", situado en la avenida del Paralelo junto al Teatro Español. Fue entonces cuando se le "encendió la bombilla" y decidió él mismo asumir el papel de Charles Chaplin, naciendo así el personaje de Charlot.


Finalmente, llegó a un acuerdo con Eduardo Pagès y el 22 de mayo de 1916 en Las Arenas actuó el trío de artistas formado por Rafael Dutrús Zamora “Llapisera”, José Colomer “el Botones” y Carmelo Tusquellas "Charlot". Desde entonces, los tres formaron un equipo dedicado al toreo cómico haciendo giras internacionales por Francia, Bélgica, Suiza, Perú, México y Venezuela hasta los años veinte, cuando cada uno de ellos decidió emprender su propio camino. Un mes después, el 9 de junio del mismo año actuaron en la madrileña plaza de toros de Tetuán, con notable éxito de público.
Gracias al toreo cómico de Tusquellas, de su personaje llamado Charlot surgió el término "charlotada", que significa festejo taurino bufo, o bien hace referencia a una actuación pública, colectiva, grotesca o ridícula.
El 22 de agosto de 1919, caracterizado de Charlot, se vio obligado a actuar en serio durante una corrida de toros, ya que en una novillada nocturna celebrada en dicha plaza de toros de Madrid resultaron heridos los novilleros “Marchenero”, “Algabeño III" y Andrés Lozoya, con lo cual Tusquellas tuvo que proceder a estoquear el último astado. Generalmente los toros usados para las "charlotadas" no eran aptos para las lidias, siendo generalmente mansos o huidizos, con lo cual aquí hubo una excepción.


En el terreno no artístico, ejerció de empresario gracias a la fortuna que acumuló con sus espectáculos cómicos. Por ello, adquirió varias hectáreas de terreno en las llamadas Afueras de Sant Andreu para promover la construcción de un nuevo barrio residencial para clases obreras, básicamente gente emigrada desde el resto de España y que vinieron a Barcelona para trabajar en la construcción de obras públicas urbanas de la ciudad, en la construcción de las dos primeras líneas de metro y en la urbanización de la montaña de Montjuïc con motivo de la Exposición Internacional de 1929.
Ese nuevo núcleo que promovió, delimitado por la carretera de Cornellà a Fogars de Tordera (actual paseo de Valldaura), la riera de Sant Andreu, la masía de Can Borràs y el torrente de la Font de Canyelles, fue bautizado con el nombre de Charlot. Actualmente forma parte del barrio de Verdum y antaño lo configuraba un conjunto de casas unifamiliares de planta baja o torretas con jardín. En 1924 se construyó una torre situada en la actual calle del Pare Rodés (antes de Charlot) con Font de Canyelles. Allí vivía con su esposa Pilar Per y su hija Eloísa.


Para defender los intereses vecinales y a su vez promover la cultura en los barrios de las Roquetes, Charlot, Verdum i la Prosperitat, Tusquellas y otros propietarios de terrenos fundaron el 18 de octubre de 1925 la Defensa de los Intereses de la Propiedad Urbana de las Afueras de San Andrés, que en la actualidad ha evolucionado como la entidad cultural llamada "Els Propis". En 1926 alcanzó la presidencia del Circulo de de Juventudes Recreativas Patrióticas, afín al partido Unión Patriótica, cuya sede se encontraba en el barrio de Charlot. Y en 1927 ostentó también la presidencia de "Els Propis", y entre sus buenas acciones consiguió la urbanización de varias calles mediante la instalación de aceras y adoquines, la llegada de la red eléctrica de iluminación y la instalación de fuentes públicas. Además, consiguió garantizar un sistema periódico de limpieza. Posteriormente, ostentando otros cargos en la entidad, apoyó numerosas luchas vecinales, especialmente la mejora de las comunicaciones con el resto de Barcelona mediante el establecimiento de una línea de autobús.
En ese mismo año, el 17 de mayo actuó en una corrida celebrada en la plaza de toros de Las Arenas de Barcelona con motivo de las bodas de plata del rey Alfonso XIII, junto a los novilleros Carlos Sunsoni y Julio García "Palmeno".


Durante la Segunda República, en 1931 pasó a vicepresidente de "Els Propis", entonces llamada Asociación de Propietarios de las Afueras de San Andrés, y en 1932 fue vicepresidente del Círculo Republicano Familiar del barrio de Charlot. Al estallar la Guerra Civil, abandonó todos los cargos que ostentaba con cualquier entidad, ya que estas dejaron de funcionar. Sus actuaciones de toreo cómico prosiguieron a pesar del conflicto bélico, sin bien las hizo de manera irregular. Durante la posguerra reemprendió con más fuerza su carrera artística actuando por toda España, contribuyendo a la parte humorística al lado de toreros de renombre como Granero, Barrera, Belmonte y Dominguín. A modo de curiosidad, la calle de Charlot, donde él residía, fue cambiada de nombre por parte de las autoridades franquistas, pasándose a llamar Padre Rodés. El motivo se debió a que el auténtico Charles Chaplin fue acusado de comunista e izquierdista, además de mostrar abiertamente hostilidad hacia el nazismo alemán y el fascismo italiano. El cambio se cometió el 3 de marzo de 1939.


En 1951 abandonó definitivamente el toreo cómico así como su personaje de Charlot, y desde entonces actuó como puntillero hasta 1964, año en que se retiró definitivamente. Pero pocos antes de su retirada, el 14 de noviembre de 1959 fue homenajeado por el club taurino "Rafaelillo", que le entregó una medalla y un traje de luces. En algunas ocasiones presumía de haber hecho toreros a figuras como Melchor Delmonte, Morenito de Valencia, Niño de la Estrella y Romeral.
Carmelo Tusquellas falleció en Barcelona el 21 de febrero de 1967, a los 73 años de edad. Charles Chaplin y Charlot nunca llegaron a conocerse en persona, a pesar de que en una ocasión el empresario Eduardo Pagès intentó reunirlos en una plaza de toros en San Sebastián. Además, se sabe que al auténtico Sir Charles Spencer Chaplin jamás le gustaron las corridas de toros, motivo por el cual declinó la oferta.
Con el propósito de recuperar la memoria histórica y recordar que una parte del actual barrio de Verdum fue la barriada de Charlot, el 9 de noviembre de 1992 se bautizó como "placeta de Charlot" a un discreto espacio comprendido en el cruce de las calle del pare Rodés con Font de Canyelles, muy cerca de la antigua torre de Carmelo Tusquellas. Esta iniciativa fue propuesta por el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris al Ayuntamiento de Barcelona.



Los semáforos operativos más antiguos de Barcelona

$
0
0

En los cruces de la calle del Comte d'Urgell con las calles de Londres y de Buenos Aires todavía se conservan como una reliquia del pasado los dos semáforos operativos más antiguos de Barcelona. Si bien los primeros se instalaron en 1929 en el cruce de las calles de Balmes con Provença con motivo de la Exposición Internacional, estos dos simbolizan en la actualidad el inicio del progreso y desarrollo de la ciudad que dejaba atrás el modelo autárquico.
El motivo de su instalación se debió al progresivo aumento del tráfico de automóviles por la ciudad. Fueron diseñados por Enclavamientos y Señales Sociedad Anónima (EYSSA), empresa pionera fundada el 14 de mayo de 1948 considerada muy importante incluso a nivel mundial en el estudio e implantación de la ordenación, señalización y regulación del tráfico viario.
Algunas fuentes poco fiables apuntan su instalación entre finales de los años cuarenta o principios de los cincuenta. Sin embargo, las informaciones más fidedignas coinciden en asegurar que se colocaron en el año 1958 gracias al joven ingeniero de EYSSA Gabriel Ferrater, el cual, a sus 25 años de edad ideó un moderno sistema automático de ordenación del tráfico que dirigía y coordinaba los semáforos de más de cuarenta cruces diferentes desde una emisora central. Ello posibilitaba entre otras cosas la llamada "onda verde" que permitía circular sin apenas interrupciones por largos tramos de calles como los del Eixample. 


El invento se presentó en la Cámara de Comercio de Reus y en mayo de 1957 se instaló a modo de ensayo en la Via Laietana. Tras los buenos resultados obtenidos se extendieron a veinte cruces más, y el 27 de enero de 1958 se instalaron 36 nuevos semáforos en la calle del Comte d'Urgell, de los cuales 2 se ubicaron en los cruces para vehículos y el resto en las esquinas para vehículos y peatones. Con motivo de tal innovación se celebró en dicha fecha un acto presidido por el entonces alcalde de Barcelona Josep Maria de Porcioles, el cual puso en marcha los semáforos desde una caja de mandos de señalización situada cerca de la Escuela Industrial. El nuevo sistema, además, presentaba la ventaja de eliminar la rigidez de tiempos inherentes a los reguladores electromecánicos empleados hasta entonces, ya que desde la central ubicada en la Escuela Industrial era posible variar los tiempos de ciclo y reparto en las distintas horas del día así como facilitar el paso de servicios públicos de urgencia como policía, bomberos y ambulancias. Estos fueron en definitiva los primeros semáforos de concepción moderna, que dejaban atrás los que funcionaban a cuerda e iban acompañados de un guardia urbano que se encargaba del cambio manual. Por aquel entonces Barcelona contaba con un parque motor de unos 100.000 vehículos.


El diseño de estos semáforos, inspirado en modelos de otras ciudades europeas, consiste en una estructura formada por un fuste de piedra artificial pintada de gris plateado, poste de acero para la farola superior y cabeza con cuatro caras de tres luces cada una (rojo, ámbar y verde) con sus correspondientes viseras. Encima corona una farola. El semáforo se aguanta sobre una base de estructura hexagonal de hormigón pintada a rayas blancas y rojas.
Desde sus inicios se encargaron de regular el tráfico de los cruces de la calle del Comte d'Urgell cuando estos viales tenía doble sentido de circulación. Ello significaba más tiempo de espera por parte de los automovilistas que esperaban el cambio del rojo al verde, que podía llegar a ser de hasta tres minutos. Progresivamente, a medida que la reordenación de los flujos de vehículos aconsejó convertir las calles del Eixample en unidireccionales, dejaron de funcionar dos de las cuatro caras, reduciendo a más de la mitad el tiempo de espera. Salvo estos dos que han sobrevivido hasta la actualidad, los del resto de Barcelona instalados en otras grandes arterias fueron definitivamente retirados. En los años setenta los semáforos se fueron modernizando, dando paso a modelos más funcionales con su característico color amarillo. Solo los poquísimos semáforos de cruce como los de la calle del Comte d'Urgell se mantuvieron siempre con su gris plateado original.


Con el paso de los años, las inclemencias del tiempo y el hecho de ser víctimas de algunos pequeños accidentes de tránsito contribuyeron a su inevitable degradación. Sin embargo, el Institut del Paisatge Urbà del Ayuntamiento de Barcelona consideró que eran un elemento singular del paisaje barcelonés y que merecían ser conservados a pesar de algunas voces minoritarias en contra que alegaban peligrosidad. Entre el 25 de septiembre y el 1 de noviembre de 2013 fueron sometidos a una restauración presupuestada en 28.318 euros, lo que permitió que recuperasen nuevamente su funcionalidad. Actualmente forman parte del llamado Catàleg de Petits Paisatges y siguen en funcionamiento adaptados a la tecnología de bajo consumo mediante luces de leds, aunque de las cuatro caras solo dos son operativas debido a los sentidos únicos de las calles.

Fotos: Barcelona Televisió, El Periódico de Catalunya, Ricard Fernández Valentí.

JPS: se acabó el mito

$
0
0

Tarde o temprano tenía que suceder. Nada es para siempre, ni los mitos tampoco. La historia política de la figura de Jordi Pujol i Soley de estos últimos cuarenta años que tanto amor-odio ha generado y que no ha dejado absolutamente a nadie indiferente también ha llegado a su punto final. La reciente confesión del ex-presidente de la Generalitat se suma al listado de una generación de políticos que debe precipitar definitivamente su retirada y dar paso a nuevas generaciones que aporten ideas renovadoras para permitir un mayor impulso a la evolución del país. Para algunos la noticia ha sido una sorpresa desagradable, mientras que para otros lo ocurrido era de esperar.
Su actividad política se intensificó tras fundar en 1974 el partido centrista Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), si bien el pensamiento político de Pujol siempre ha sido más bien de derechas y a efectos prácticos más cercano al de su aliado democristiano Unió Democràtica de Catalunya (UDC) con quien formó Convergència i Unió (CIU). Desde el periodo de la Transición democrática siempre tuvo las ideas muy claras. Durante aquellos años preparó hasta el último detalle lo que sería su manera de gobernar, previendo permanecer por mucho tiempo en el poder, ventaja que le permitiría desarrollar lenta pero progresivamente su plan de acción. Probablemente se rodeó de un grupo de trabajo especializado de personas muy cualificadas que le asesoraron al milímetro, desde economistas y abogados hasta incluso psicólogos, ya que un programa de acción es demasiado complejo y requiere forzosamente de la ayuda por parte de un equipo humano experto en las distintas materias.


Tras alcanzar su objetivo en 1980, empezó su carrera como presidente de la Generalitat hasta el año 2003, cuando decidió retirarse como candidato aunque sin renunciar a la vida política. La evolución de Cataluña desde entonces tuvo defensores y detractores. En este sentido, favoreció la economía rural y agrícola, mejoró notablemente el nivel y la calidad de vida de los municipios pequeños de la "Cataluña profunda", estimuló el sector de la construcción y fomentó las redes empresariales. Sus viajes a otros países contribuyeron a la proyección internacional de Cataluña. Sin embargo, las políticas en grandes urbes, en infraestructuras de transporte, en educación y en cultura fueron irregulares e insuficientes.
Durante sus dos primeras legislaturas, el ex-presidente de la Generalitat Josep Tarradellas se mostró especialmente crítico con la gestión de Pujol. Le acusó repetidamente de que gracias a su capacidad de saber hacerse con los demás, amenazando y presionando a cualquier medio, imponía así una "dictadura blanca" que, según afirmaba, no fusilaba ni mataba pero dejaba un lastre muy fuerte. Le acusó, además, de aplicar posturas partidistas y clientelistas, de dividir a la sociedad catalana y de regirse bajo una filosofía basada en la premisa de que Cataluña es formidable y Madrid siempre se equivoca y es responsable de las desgracias de los catalanes. Pujol, en cambio, nunca dio importancia a estas declaraciones, ni afirmando ni negando absolutamente nada. Incluso con una postura "conciliadora" llegó a decir en una entrevista que él era tarradellista, algo que no era cierto porque de haber sido así la evolución de Cataluña y su relación con España hubiese tomado un camino muy diferente al que ahora conocemos.


El doble juego estuvo siempre presente en su quehacer político. Así, por ejemplo, durante los años de la Transición democrática, mientras por un lado promovió abiertamente el retorno de Tarradellas y el restablecimiento de la Generalitat, por otro, puso numerosas trabas para su retorno e incluso llegó a apostar por un gobierno autónomo que no incluyera esta institución. En cuanto a sus 23 años de gobierno, a su vez que pretendía el "encaje" de Cataluña dentro de España y colaboró con la gobernabilidad del país pactado con el PSOE y el PP para garantizar la estabilidad, el proceso de deshispanización y de hispanofobia iba recorriendo de manera sutil y discreta a través del victimismo. Desgraciadamente, este proceso ayudó a reforzarlo la actitud hostil de algunos políticos hacia Cataluña mediante declaraciones desafortunadas basadas en tópicos y estereotipos que no hicieron más que retroalimentar mutuamente el nacionalismo catalán y el nacionalismo español con ataques e injurias. En eso, los medios de comunicación siempre han jugado un papel decisivo.
En el aspecto identitario, también quedaron plasmadas algunas contradicciones. Por un lado, fue muy acertada y bien acogida su idea de que "catalán es quien vive y trabaja en Cataluña y quiere serlo", ya que era una definición que invitaba a la integración y al entendimiento entre las diferentes comunidades de personas. En cambio, acerca de los andaluces, murcianos y extremeños se refería a "ese hombre anárquico y humilde que hace centenares de años que pasa hambre y privaciones de todo tipo, cuya ignorancia natural le lleva a la miseria mental y espiritual y cuyo desarraigo de una comunidad segura de sí misma hace de él un ser insignificante, incapaz de dominio, de creación. Ese tipo de hombre, a menudo de un gran fuste humano, si por la fuerza numérica pudiese llegar a dominar la demografía catalana sin antes haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña".


Al margen de polémicas, con independencia de si se está a favor o en contra de sus ideales, o de si su gestión presidencial resultara buena o mala, todo ello según los gustos personales de cada uno, la mayoría coincide en afirmar que fue un gran político en cuanto al arte y al oficio de hacer política se refiere. Incluso sus mayores detractores reconocieron en él un gran carisma, seducción, don de gentes, una fuerte personalidad y un brillante sentido del espectáculo, cualidades que lo llevaron a atraer a las grandes masas sociales y a catapultarlo hacia la cima. Esa extraordinaria capacidad le llevó a obtener tres mayorías absolutas consecutivas (en 1984, 1988 y 1992) además de cuatro triunfos por mayoría simple (en 1980, 1995, 1999 y 2003). Para sus seguidores, su talante y su modo de obrar forjaron el mito, ese "espejo" en el cual muchos querían verse reflejado; contribuyó a aumentar el autoestima de los catalanes con el fin que reivindicaran sin complejos sus señas de identidad; y a menudo fue definido como el hombre que mejor encarnaba el llamado "seny català". Mientras que para sus detractores, su éxito se atribuía a la fácil asimilación que causaba el trasfondo populista y victimista de sus discursos con la creación de un enemigo, en ese caso España; al mantenimiento de un sistema electoral de votos proporcional que lo favorecía aun siendo menos votado, en favor de la "Cataluña profunda", más tradicional y conservadora, y en detrimento de las zonas urbanas y metropolitanas, menos receptivas al catalanismo; y también a su "apropiación" territorial, es decir, a la célebre idea tan interiorizada de que Cataluña era Pujol y, por consiguiente, los ataques a la figura de Pujol se interpretaran como una acción anticatalana.


La doctrina pujolista arraigó con tanta fuerza que incluso algunos partidos no nacionalistas, incapaces de ofrecer una alternativa positiva y constructiva al nacionalismo catalán, decidieron renunciar a parte de sus ideales a cambio de dar un giro catalanista en busca del voto útil con el propósito de obtener mayor representación parlamentaria. Ello no ha sido por pura casualidad, sino porque este viraje resultaba rentable aunque supusiera la pérdida de los votantes más antinacionalistas. El ejemplo más reciente ha sido el de Montserrat Nebrera. Fue esa relación inseparable Pujol-Cataluña la que impidió durante tantos años una alternativa factible de gobierno, arraigada hasta el punto de que cualquier otra opción, aunque fuese buena o mejor, producía rechazo. Solo la sensación de perpetuidad e inmovilismo, es decir, de una falta de higiene democrática y de un agotamiento natural del programa electoral, contribuyó a un descenso de su popularidad y a la necesidad de buscar un sucesor, que finalmente encarnó Artur Mas.
Posteriormente, el gobierno tripartito fue un reflejo más de continuismo que no de cambio real, hecho que alimentó favorablemente a las fuerzas no nacionalistas e incluso a la formación de un nuevo partido como Ciutadans, en respuesta a la demanda de un cambio real en todos los sentidos.


El mito de Pujol ha llegado a final de trayecto. Pero eso ahora carece de importancia. Lo mucho que ahora pueda suceder en verdad no será nada. Tras 23 años de mandato lo dejó todo atado y bien atado, ya que sus ideas y su forma de hacer política no han muerto, sino que han sido heredadas por los partidos nacionalistas e independentistas, sus hijos naturales. Aunque Pujol quede definitivamente fuera de juego, la actual situación política de Cataluña contribuirá a que su figura continúe presente entre nosotros gracias al pujolismo sociológico. A estas alturas salir del armario para proclamarse independentista y confesar que tuvo escondida una herencia millonaria de su padre en el extranjero ya no es un grave inconveniente para él como lo hubiese sido años atrás cuando gobernaba, o cuando Tarradellas vivía. ¿Qué trascendencia tendrá realmente ahora? La memoria ciudadana pronto olvidará. Todo ello solo acelerará esa pretendida renovación de CIU y potenciará todavía más a otras fuerzas paralelas como ERC y la CUP. Es decir, tras la última confesión de Pujol se cierra una etapa y se abre otra donde todo habrá cambiado para en realidad no cambiar nada. Solo las formas, pero no el fondo.

Fotos: Alertadigital, ARA, El Periódico, Enciclopèdia.cat
Viewing all 475 articles
Browse latest View live


<script src="https://jsc.adskeeper.com/r/s/rssing.com.1596347.js" async> </script>